11.22.2012

El Lozano y la resistencia cultural a la dictadura


Allá por el ’77 la ciudad de La Plata se había vuelto grisácea y descolorida. La dictadura había golpeado muy duro en está región, mucho más que en otros sitios. Todo el empuje contracultural de años atrás había quedado reducido a pequeños tugurios, donde poder ejercer cierta resistencia. Aquella “Pálida ciudad” que habían entonado Billy Bond y la Pesada del Rock, ni siquiera ya sonaba ni en las diagonales, ni en la ribera. El tema de la Cofradía desde el silencio cobraba mucho mayor vigencia.

Si bien el sol podía salir, su brillo estaba opacado y era preferible la noche, a pesar de sus peligros. Los sobrevivientes disimulaban su condición, a sabiendas que a muchos amigos los habían perdido. El rock y la cultura ocuparon un lugar de resistencia, a condición de no masificarse. Los milicos no podían liquidar todo, porque menos ya era mucho.

En los últimos meses del ’77 se incorporaba el Teatro Lozano de 11 e/45 y 46 a la red de lugares donde se podían escuchar grupos de rock, o distintas manifestaciones culturales. Se sumaba así a lo que ya brindaban el Opera, la AMIA, o el Astro.

Capitaneado por Carlos Mariño, el Lozano adecuaba su sala para diversas expresiones artísticas. No solamente rock era lo que se ofrecía, también tango y folklore para gente más grande, así como ciclos de cine, grupos de teatro, exposiciones de plástica y fotografía.
En el ’78 el Lozano sería el lugar donde se presentaría la entonces emblemática banda de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, la cual venía de un viaje por norte del país, más precisamente de Salta, habiéndose presentado en el ya mítico boliche del Polaco.

9.23.2012

Hongo Atómico


Corría el año ’73 cuando a la Argentina llegaba una nueva modalidad del rock, el progresivo y sinfónico. Los nuevos agrupamientos si bien venían muy influenciados por el hard rock de Led Zeppelín, Deep Puple y Black Sabbath, ahora se volvían proclives a escuchar bandas como Yes, Genesis y King Crimson, y a partir de ello intentaban construir un estilo de ese porte.

Pero bucear en lo progresivo, les llevaba a los que lo intentaban hacer, largas horas de ensayo, composición, búsquedas y ajustes sonoros. En La Plata uno de estos grupos fue Hongo Atómico. Llevaron casi un año en definir el sonido para salir al ruedo, en largas horas de sesión y ensayo en la vieja casa de 71 entre 23 y 24.
El Hongo tenía dos guitarristas, pero los dos fraseaban como primera guitarra, en un complemento verdaderamente asombroso, ellos eran Miguel López Muntaner y Víctor Videla. El bajista era el ensenadense José Luis Borza quien antes había sido parte de Tonelada, y el batero era Omar Farías.

Miguel quien antes había formado parte de la banda Caramelo, cuenta que Hongo Atómico buscaba la perfección musical, y que los riffs y acordes del bajo de Borza muy influido por el bajista Roger Glover de Deep Purple, eran mazazos en la melodía sinfónica, un cóctel verdaderamente explosivo.

Cuando el grupo ensayaba en la calle 71, se acercaban muchos a escucharlos ahí mismo, convirtiendo a la casa en un verdadero lugar de encuentro. Una modalidad de aquel tiempo que hoy ya no existe.

8.23.2012

Quique Gornatti


Si bien Quique Gornatti, nació y se crió en la ciudad de Nueve de Julio, Provincia de Buenos Aires, al terminar el secundario se vino a estudiar Arquitectura a La Plata, y se ligó al mundillo del rock local. Pero su afición por la música venía desde la niñez, ya que a los 9 años comenzó a estudiar piano y guitarra. Entonces, tocaba el piano de su madre y buscaba inspiración en la música que escuchaba por la radio. A los doce años le regalaron su primera guitarra eléctrica: una Fratti de un micrófono, y formaría con amigos en primer lugar el grupo The West Indian, y luego Los Drawers. Con esas agrupaciones tocarían en fiestas, cumpleaños, y bares de Nueve de Julio, y poblaciones aledañas.
Cuando llegó a La Plata conoció la Cofradía de la Flor Solar, y se incorporó tocando la guitarra rítmica, pero también formando otros grupos como Sol y el Ice Cream Trío. El que escribe se sorprendió gratamente allá por el ’72 cuando en un festival realizado en el viejo Comedor Universitario de 1 y 50, donde hoy está la facultad de Odontología, pudo escuchar al trío Sol, donde Quique Gornatti además de tocar la guitarra, era su vocalista. Siempre me quedó en la memoria un tema que supondría que se llamaba “Ella está pensando”, ya que así comenzaba la letra de un blues-rock duro, que tras preguntarse el intérprete qué era lo que ella pensaba, concluía dándose cuenta que lo que ella quería, era amar. El trío sonaba  muy bien, con ese sonido pesado que caracterizaba a los primeros años setenta, donde Zeppelín y Hendrix eran influencias decisivas.
Gornatti tocaría también con Billy Bond y la pesada, pero se exiliaría en España, donde junto a Miguel Cantilo, y los también ex cofrades Morci Requena, e Isa Portugheis formarían aquel grupo llamado Punch, que se había inclinado por el nuevo sonido new wave. Con Punch retornarían al país allá por los ochenta. 

8.14.2012

Claudio Gabis- El Fin del Romanticismo. (Revista Pelo- 1979)



Claudio Gabis

El Fin del Romanticismo. (Revista Pelo- 1979) 

Por pocos días estuvo en Buenos Aires Claudio Gabis, en una visita familiar que también incluyó las negociaciones para presentar antes de fin de año su banda brasileña, Index. Estos cinco años de residencia en el exterior, que abarcaron estudios musicales en Estados Unidos y conciertos en Europa, dotaron a Gabis de madurez profesional y humana. Este es el racconto de sus experiencias, el reencuentro con viejos compañeros de ruta en Europa, la perspectiva de su música en Brasil, y la posibilidad de tocar en Argentina.

Transcurrieron siete años desde que Manal se disolvió, seis desde La Pesada del Rock y cinco desde su radicación en Brasil. Para Claudio Gabis, como para otros tantos precursores del rock en la Argentina, el tiempo es una contabilidad de vivencias cumplidas, de las que resta el núcleo de una actitud ya despojada de confusión.
Desde la época de La Cueva, entre 1967 y 1968, el Manal donde estaba Gabis participaba, junto a Almendra y Los Gatos, del prestigio de ser uno de los primeros y de los exitosos. Cuando en 1969 se produjo la primera oleada de separaciones, la música y los músicos se eclipsaron. Con pecados y aciertos, La Pesada del Rock —a la que se incorporó Gabis— promovió un nuevo impulso, aunque marcados por el desenfreno. Gabis se fue a Brasil y cambió de música, y el músico creció en conciencia.
El Gabis de hoy, el que estuvo por unos días en Buenos Aires, es el reflejo veraz de ese balance: "Con Javier (Martínez) no nos veíamos desde hace siete años, justo desde que Manal se separó, y nunca se daba la posibilidad de que pudiera viajar a Barcelona. Cuando estuve en Portugal con Index, invitados a participar en el festival de jazz de Cascais, que es el último punto que toca la gira del festival de jazz de Newport en Europa (ahí actuamos junto a Albert King, Nancy Wilson y Dexter Gordon, entre otros), llamé a España para avisarle a Javier que iba. El reencuentro fue el de los viejos amigos, y me alegró verlo bien, activo, haciendo música, componiendo en abundancia, preparándose para mostrar una música rarísima, participando en grupos barceloneses, como Esqueixada Sniff, de alto nivel. En la Argentina se habían corrido muchos rumores tristes sobre él. Yo lo vi y quiero aclarar que está muy bien. No se quiere relacionar con los argentinos que viven allá, porque se han hecho una fama muy dudosa. Cuando llegué a Barcelona, hacía un mes que él estaba tocando en un trío de jazz, Omni Blues, y me integré a ellos. Esa fue la primera vez en mi vida que pude vivir tocando sólo jazz, y me quedé un mes con Javier. La pasamos muy bien. Pero él no quiere volver a la Argentina”.

Manal, La Pesada del Rock

En su momento, La Pesada del Rock se convirtió en una monstruosa organización que manipuló música, músicos, dinero y fama con una subestimación en algunos casos cercana a la anarquía: "Durante dos años, todos los que fuimos de la partida de La Pesada la pasamos muy bien, en muchos niveles. La idea de formar La Pesada fue muy buena y parecida a la de los músicos del sello norteamericano CTI, que consistió en constituir un staff de músicos que aparecían en los discos de los demás o funcionando como banda profesional especializada en rock, aunque también hicimos otra música. Desde el 72 al 73, no hubo un sólo día —y esto no es solamente una expresión exagerada— que no estuviéramos en los estudios de grabación trabajando para compañías discográficas distintas. Eso me llevó a mí y a los demás a una situación económica que yo sólo había conseguido con los shows —y no con los discos— de Manal, con el que solía hacer hasta veinticinco por mes. En la época de La Pesada, tenía coche y una casa en Béccar con 500 metros cuadrados de fondo, donde tenía una sala para ensayar cuando quisiera. Todo eso fue lindo, pero nos llevó al exceso que da la abundancia.
"Claro que en los comienzos con Manal nos embaucaron muchas veces. Por ejemplo, de los dos simples más importantes que tuvo Manal, 'No pibe' y 'Jugo de tomate', nunca cobramos nada de Mandioca. Manal no fue un éxito discográfico, el dinero que hicimos en esa época fue por las actuaciones en público. Ya una vez pedí a la compañía discográfica que tuvimos al final de Manal que nos hiciera las cuentas seriamente. Ahora voy a hacer lo mismo, y a partir de allí, si las hacen mal voy a iniciar un juicio. He llegado a un momento en que me doy cuenta de que de nada vale continuar con el romanticismo aquel, sino que hay que estar bien informado, sobre todo para que no te estafen. Esto no implica que uno se convierta en un ejecutivo. Por mi parte, sigo peleando por lo que decidí ser: músico y no comerciante. Otros músicos de los comienzos del rock estaban decididos a hacer dinero a cualquier precio y con cualquier música: yo preferí seguir con ésta de tratar de ser siempre mejor músico para hacer cada vez mejor música."

Index sube

Hace cinco años Gabis emigró a Brasil. Ese fue el indicio de que pretendía dejar atrás algo más que su país natal. El cambio comenzó a vislumbrarse en sus intenciones, finalmente cumplidas, de estudiar en la Berklee School de Boston, y en su música, que desembocó en el jazz progresivo. Ahora con Index, grupo con el que grabó un álbum ("Fiesta para un nuevo rey") que recibió alentadoras críticas de varios países del mundo, su carrera adoptó un giro hacia el profesionalismo y la investigación: "Lo del jazz no es nuevo en mí. Con Manal teníamos temas definitivamente jazzísticos, como 'Avellaneda blues' o 'Avenida Rivadavia'. El primer álbum estaba dentro de esa tendencia, pero ya en el segundo nos pusimos más rockeros. Con Index ahora las cosas están marchando bien. Hubo un cambio de bajista y ahora está constituido por el líder y tecladista Marcos Resende, José Paulo (guitarra rítmica), Mini Paulo (bajo), Wilson Meireles (batería) y yo en primera guitarra. Nos presentamos en el festival de jazz de San Pablo el año pasado. Después fuimos al festival de jazz de Cascais, auspiciados por la embajada brasileña. Cuando yo regrese, en septiembre más precisamente, vamos a empezar a grabar nuestro segundo álbum para Phonogram, y además ya fuimos invitados a participar en el festival de jazz de Río de Janeiro, que parece que será el mismo de Montreaux, y se hará hacia fin de año. Vamos a hacer en octubre un ciclo de diez días en una sala oficial como parte de una serie de ciclos en los que participará también gente como Gismonti y Hermeto. Después haremos una nueva gira por diez universidades ubicadas en los alrededores de Río. Fuimos invitados al festival de jazz de Edimburgo, Escocia, junto a Gismonti y el Zimbo Trío. Y espero que antes de fin de año podamos arreglar la venida del grupo a la Argentina, que es una de mis ambiciones desde que vivo en Brasil."



La única música nueva.

Transcurrió mucho tiempo desde que el rock del que emergieron Manal y Gabis se caracterizaba por una mezcla de romanticismo, caos y bohemia. La música que se produjo entonces en la actualidad sólo queda como un antecedente nostálgico: "Antes era distinto. Cuando sucedió todo el fenómeno del rock a nivel internacional, el poder de las compañías discográficas no era ni la mitad de lo que es ahora. A fines del '68 todavía eran vulnerables, y el movimiento que surgió en esa época supo captar eso. Hoy sería imposible. El rock aquel está muerto; en la actualidad todo se ha profesionalizado y depurado al mismo ritmo en que lo hizo la industria del disco. Antes de venir a la Argentina estuve leyendo el Jornal do Brasil, un diario muy importante allá, que daba la cifra del 8 por ciento de todo el mercado discográfico norteamericano para el jazz, que es tal vez la única música que continúa investigando. Pero la magia de antes se ha perdido. En Brasil se está produciendo la única música nueva del mundo, porque en el resto de los países siguen estando los mismos de siempre, como ocurre en el rock. Para los músicos de mi generación la cosa es difícil: la opción es dejarse llevar por cómo se maneja la música de consumo masivo o bien hacer la de uno, vivir dando clases y de vez en cuando haciendo conciertos con la música que a nosotros nos interesa. Ese es mi caso y el de Jorge Pinchevsky, con quien me encontré en París. Me comentaba sobre él el principal productor de rock de Francia —que es un tipo de 23 años muy macanudo— que a ningún extranjero se le abrieron las puertas como a Jorge, y él desperdició esas oportunidades. Ahora está dando clases y formando su grupo con algunos argentinos, por ejemplo el saxofonista Rubén Alterio (quien pertenece también a uno de los grupos más extraños y exitosos de Francia, compuesto solamente por cuarenta saxos y un coro), Chipi Lagos y otros. En mi caso, elegí ser músico y no puedo negar que me va bien."

7.26.2012

Los días de Kubero Díaz



Con apenas 15 años Kubero, descubrió a Los Beatles y eso le cambió la cabeza. Al igual que su padre ambos tocaban la guitarra, pero de niño interpretaba folklore. En su ciudad natal: Nogoyá (Entre Ríos) Kubero se acopló junto a Morci Requena, y otros mayores que él, a un primigenio grupo que emulaban a los de la Caverna de Liverpool. Los Grillos tenían todo el sello de la beatlemanía: trajecitos, flequillos, etc. Pero duró poco, ya que tanto Morci como los demás integrantes se vinieron para La Plata a estudiar en la Universidad. Kubero se quedó en Nogoyá, pero en poco tiempo también decidió probar suerte en la ciudad de las diagonales.
En La Plata se radicó en la casa tomada que la comunitaria Cofradía de la Flor Solar tenía, pero Kubero a diferencia del resto no vino a estudiar. En la terraza, tomaba mate y tocaba la guitarra todo el día, y fue ahí donde compuso muchos de los temas que luego la banda emergente de la comunidad realizaría. Luego consiguió trabajar como músico en una boite, cosa que le alivió la situación, ya que como el mismo contó alguna vez, sólo comía pan duro. Por no ser estudiante tampoco podía ir al comedor universitario.
Kubero sería el guitarrista, vocalista y principal compositor de la Cofradía de la Flor Solar, aquella legendaria y mítica agrupación platense enrolada en los sonidos del rock y la psicodelia. 
Luego junto a otros cofrades como Jorge Pinchevsky e Isa Portugheis, formaría parte de la Pesada del Rock, liderada por Billy Bond. Con esta formación grabaría su disco: Kubero y la Pesada en 1973.
Luego el exilio en Ibiza, donde Kubero tocaría junto a Miguel Abuelo, Miguel Cantilo, y otros músicos en variados proyectos.
En 1986 Kubero regresaría al país para ser parte de la última formación de Los Abuelos de la Nada, y su amigo Miguel, le dedicaría el tema: Los días de Kubero Díaz, donde entre otras cosas Abuelo decía: “Mi entrerrianito, luz, cruz en vida. Largá un poquito de melodía”

5.29.2012

Coleccionistas de discos de rock


Después de más de 40 años volví a ver Vargtimmen (La hora del lobo), una película de excepción del notable cineasta sueco Ingmar Bergman. Una verdadera obra de culto, que en aquel tiempo pude verla en el viejo cine Cervantes, de la calle 51 e/11 y 12. Viene a cuento porque fuimos junto a un compañero del Colegio Nacional, Fernando San Andrés quien además de saber mucho sobre cine y literatura, era un gran coleccionista de discos de rock. Gracias a él con apenas 14 años uno ya conocía bandas inglesas desconocidas, como The Dave Clark Five o bandas suecas como Ola & The Janglers. Aún no había desembarcado por esta parte del planeta ni el hard rock, ni el rock progresivo, que serían las marcas ineludibles de los primeros años setenta.
Desde una visión estrictamente reducida podría verse al fenómeno del rock solamente como un simple género musical, pero en aquel tiempo iba de la mano de diversas expresiones estéticas de vanguardia, y ser un adicto a esa nueva cultura emergente implicaba no solamente tocar un instrumento, sino ser parte de otras formas, tales como escribir en ciertas publicaciones underground, organizar recitales, y sobre todo coleccionar discos, que luego se intercambiaban con los pares, ya que uno solo no podía tener todo, y ya era cada vez más lo que había para escuchar. Un precursor como Carlos Mariño organizaba reuniones para deleitarse con discos importados, los cuales eran bastante difíciles conseguir, y de esta forma se podía escuchar los largas duración de Procol Harum o la primigenia discografía de Deep Purple.
Cuando comienzan las revistas especializadas como Pinup o Pelo, uno iba a descubrir una cantidad de grupos extranjeros que por acá ni siquiera habían sido nombrados.
El que escribe también fue un coleccionista, y de esos que por largas horas se ponían a buscar en la disquería. Debiera haber sido por el ’71 cuando en un negocio próximo a la estación de trenes apareció un LP de Eric Burdon & The Animals grabado en vivo en 1965, una verdadera joya que estaba en oferta. Sin dudar un segundo la obra fue comprada, y presta para ser compartida. Todo esto también era parte de la cultura del rock. 

4.25.2012

El Zapa Trío

La zapada era esa reunión donde varios músicos de rock, podían improvisar con sus instrumentos, en busca de experimentación y tal vez de nuevas melodías. Es casi probable que la etimología del término aluda a la zapa, esa herramienta de campo, que rompe la tierra para amasar algo nuevo, como también puede ser que algo tenga que ver con el eximio rocker estadounidense Frank Zappa. Lo cierto es que la zapada formó parte integral del inicio de la cultura del rock.



En Berisso allá por el ’70, se formó el Zapa Trío, integrado por “Memo” Manso en guitarra, Edu Manso en bajo, y el “Bochi” Antonelli en batería. La idea era en primer lugar la búsqueda y la experimentación en un marco de libertad, no homologable al caos. Las influencias eran fundamentales, lo que ellos escuchaban asiduamente: Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Frank Zappa, Deep Purple. Por otro lado tener conciencia de los límites que implicaba hacer este tipo de música en el Río de la Plata: saber que los equipos y los instrumentos nunca iban a poder estar a la altura de lo que se jugaba en la Europa de entonces. El desafío era hacer “con lo que hay” lo más digno posible, y con marcas bien locales.
La presentación inaugural fue en el Cine Teatro Victoria de Berisso el 25 de noviembre de 1970, ante una nutrida concurrencia, esos que ya nos movilizábamos para ver bandas de rock y coleccionar vinilos, y que sobre ese interés común comenzábamos a encontrarnos seguido.
Los hermanos Manso, luego formarían parte del Sol de Barro, y hasta hoy están ligados a la música, mientras que el Bochi Antonelli, hoy es uno de los más reconocidos ingenieros de sonido de la región.

4.24.2012

La vida es una herida absurda, y es todo tan fugaz… Pinchevsky y el tango

De Pinchevsky es conocido su ingreso mítico al rock, allí en los inicios de los ’70, formando parte de la Cofradía. Todas las historiografías y relatos aluden a su anterior faceta como músico clásico: Conservatorio, Orquestas Sinfónica, Municipal y de Cámara de la Universidad Nacional de La Plata, pero poco conocida es su incursión en el tango desde su edad adolescente. Pin con catorce años ya recorría con una orquesta típica, los clubes de barrio de La Plata, Berisso y Ensenada durante los bailes de carnaval. El compás del 2 por 4, no fue algo transitorio, ni un accidente, sino una marca que el violinista le dio a toda su obra, no solamente por sus melodías, también fue un compadrito del rock, un “Pollo Ricardo” de la psicodelia.


En su obra hay algunos pasajes muy bien definidos: en Europa integrando Gong, esa increíble banda de jazz rock progresivo, en el disco Shamal de 1976, se puede escuchar una composición llamada Cat in Clark Shoes, un tema que arranca con una impronta bien jazzistica, y que en un punto se transforma en un tango bien canyengue, donde por lo bajo se escucha recitar al violinista: el gato en los zapatos de Clark, era el gato del arrabal que vio llegar a la morocha por el empedrado.
Allá por el ’95 cuando grabó su “Pinchevsky con la Samovar Big Bang", hay dos temas: Adiós Nonino de Piazzolla, y una versión tanguera del estándar de jazz:   "Goodbye Pork Pie Hat " de Charles Mingus y que luego fuera rebautizado como "Theme for Lester Young", y que para la versión pinchevskiana podría haber sido el Tema para el “Polaco” Goyeneche, tal es así que Pin recita ahí La última curda de Troilo y Cátulo Castillo, aludiendo al cantante.
Tuve la oportunidad de presenciar algún tiempo antes de su inesperada partida, un espectáculo propiamente de tango hecho por él solo. A media luz, haciendo frasear un nostálgico violín y recitando, uno de sus fuertes, Pin hizo bailar a las parejas presentes. El comandante fue sin dudas un rocker del arrabal.

4.11.2012

Saludo intergaláctico


Corrían los primeros días de marzo de 2002. Hacía poco más de una semana que con varios amigos y vecinos, habíamos recuperado un viejo club barrial de Berisso, para ponerlo en marcha como un espacio abierto, con un fin principalmente cultural. Había muchas ideas dando vuelta y con un lugar como ese era posible llevarlas adelante, y eso es lo que en el “Honor y Patria” fundado en agosto del ‘45 se sigue haciendo hasta la actualidad.

Por aquellos días se acercó Nancy Geymonat, con la intención de realizar algunos talleres en el club, entre ellos: artesanías y velas. Nancy me comentó que su compañero seguramente se interesaría en hacer muchas cosas en el lugar, y cuando le pregunté quién era, me respondió: Jorge Pinchevsky. Ni le pregunté qué quería hacer, sino que desde ya podía hacerlo. Nancy me respondió que Pin nos esperaba en su programa de radio por FM Difusión, al otro día, y ahí fui lleno de entusiasmo. Caminando hacia la emisora recordaba a aquel violinista de la Cofradía y de la Pesada de Billy Bond, a quien había visto y escuchado allá por los primeros ’70, incontables veces.

En la radio, Pin me dijo hablemos al aire, y que ahí le cuente la idea y el proyecto que teníamos. Eran esos raptos horizontalistas de un viejo anarco hippie formado en la contracultura, y como esa onda me iba, aunque no fuera idéntica a la mía, acepté el juego. Luego de relatarle lo que ya estábamos haciendo, y responderle algunas preguntas, Pin se comprometió al aire, en participar de la movida del club.

Al otro día junto a Nancy se arrimaron, y les presenté a otros de los integrantes. Allí el violinista, agasajó a todos con su saludo intergaláctico, que consistía en dar la mano de una forma diferente, incluyéndonos de hecho en su constelación. El comandante intergaláctico ya era parte también del proyecto.

Comenzó a dar clases de violín, guitarra, bajo y canto. La mayoría de los pibes del barrio se sumaron a sus talleres, y ya proyectaban grandes bandas de rock.

Recuerdo que en su primera clase enseñaba a interpretar con la guitarra aquel legendario tema de Tanguito: Amor de Primavera, una muy bella composición realizada en dos tonos. Pin no solamente enseñaba música, sino que también les hablaba a los pibes sobre la cultura del rock, y eso era un plus que hacía diferencia.

Se nos ocurrió realizar todos los viernes por la noche, un ciclo de charlas sobre la historia del rock argentino. Ahí Pin contaba historias de los primeros tiempos, pasaba música y también tocaba el violín. Lamentablemente no hay registros de todo aquello, ya que hoy sería un material impagable. Pin tampoco tenía precio, aunque por aquellos tiempos viviera con mucho menos de lo justo, aislado en Berisso, de un movimiento que tras casi cuarenta años de existencia por aquel entonces, no pudo dejar de reconocerlo tras su inesperada partida.

Para nosotros era un genio al alcance de la mano, en la cotidianeidad, y como tampoco contábamos con recursos, ya que lo nuestro era a puro pulmón, siempre nos quedó alguna deuda pendiente, más en lo simbólico que en lo económico propiamente dicho. El club era propiamente autónomo, no dependíamos de nadie, cosa que nos acercaba más a los grupos piqueteros de entonces que a cualquier gestión estatal. Este espíritu también lo atraía más al comandante, y cuando le hablaba a gente que se acercaba les decía que estábamos construyendo poder popular, y relataba cuando con los demás integrantes de la pesada del rock, asiduamente concurrían a la parroquia del Padre Mugica en la Villa 31, y se ponían a zapar.

3.20.2012

“Búsqueda” progresiva y sinfónica, allá por el ‘78 en La Plata


Si bien en la primer mitad de la década del ’70, las principales influencias para las bandas locales fueron el hard rock de Zeppelin, Deep Purple o Black Sabbath, para la segunda mitad, la llegada al país del rock progresivo y sinfónico fue decisiva para la conformación de no pocas agrupaciones. Fue así que Yes, Genesis o King Crimson se convirtieron en referentes ineludibles, y La Plata no fue una excepción al respecto.

Casi olvidada, Búsqueda fue una banda extremadamente singular, que llegó a grabar su único disco en el ’78 para el sello CBS Columbia, bajo la dirección artística de Carlos Dattoli.

Integrada por Jorge Fernández Molina, su idicutible líder, en guitarra, mellotron, piano, órgano y voz, Alfredo Muñoz en bajo, Tomás Loidi, en guitarra acústica y voz, Daniel Carrizo en batería, y el “Conejo” Ricardo Renaldi en sintetizadores, Búsqueda dejaría plasmada una muy bella placa, donde alrededor de hermosas baladas, desplegaban todo su arsenal progresivo y sinfónico. Para los críticos de entonces pareció que lo que más importaba era lo pobre de la tapa del LP, y no la aceitada y exquisita confección de sus producciones. Cabe resaltar que hay un tema en el disco que sale de lo común, y es “Muñeco a cuerda”, que además de ser bastante corto, no llega al minuto, es interpretado por Adrián Mercado, guitarrista invitado para tal fin, y a la vez hijo del gran guitarrista platense Domingo Mercado.

Si bien el grupo no volvió a grabar otro larga duración, ellos siguieron por algún tiempo más con algunos cambios en su formación. El bajista Néstor Madrid, quien había sido integrante de Senda y Los Redonditos de Ricota, reemplazaría a Alfredo Muñoz, Guillermo “Memo” Manso que venía de Sol de Barro, se incorporaría como primera guitarra, complementando a Tomi Loidi, mientras que Fernández Molina se abocaría estrictamente a los teclados, ante el alejamiento del Conejo Renaldi.

El grupo descollaba por su tono baladístico con arreglos propios del rock progresivo y sinfónico, pero en sus actuaciones en vivo, cuando llegaba la hora de la zapada, emergía todo lo poderoso de una banda de rock, donde en su base, el hard también era parte de sus influencias.

2.29.2012

Sol de Barro- Rock experimental desde Berisso

“Venimos del barro pero vamos al Sol” o “Necesitamos hacer un Sol del barro” son aproximaciones al nombre de aquella primigenia banda de rock experimental surgida en Berisso por los años setenta. Así lo expresaba Guillermo Manso, “Memo”, cuando me comentaba el origen del grupo. Una aspiración hacia la perfección, y una visión diferente a la que imponía o sigue imponiendo el “caretaje” y la mediocridad.

El 25 de noviembre de 1970 debutaba en el Cine Victoria de Berisso, el Zappa Trío, integrado por Memo en guitarra, Eduardo Manso en bajo y el “Bochi” Antonelli en batería, este último hoy muy reconocido por su labor como sonidista. Ellos hacían free rock, de igual forma como existía el free jazz, el trío metía una pequeña base, para luego imbuirse en la improvisación.

No duró demasiado este trío y Memo constituiría al poco tiempo Sol de Barro, junto a “Saturno” Distéfano en bajo y “Caíto” Geréz en batería. Desde sus inicios las influencias musicales del grupo fueron las mejores: Emerson, Lake & Palmer; Yes; Genesis; Mahavishnu Orchestra. Sus temas fueron siempre instrumentales: “Con la música era suficiente para la expresión”, ésta debía crear cierto clima y la vez hacer compatibles los distintos procesos internos de los músicos como de sus espectadores.

La primera presentación fue en Paxas, un sótano ubicado en 51 entre 10 y 11. Allí compartieron escenario junto a la Cofradía de la Flor Solar, e inmediatamente se presentaron en el programa radial “Persuasivo” conducido por Carlos Mariño, que se emitía por LS11 Radio Provincia. Sol de Barro así comenzaba a rodar todo su rock experimental en la región, e incluso ensayaban en el Pasaje Rodrigo, junto a las proto Redonditos de Ricota, y la banda de jazz rock latino que llevaba el nombre de Salsa Caliente.

Luego el grupo fue experimentando algunos cambios en su formación, Eduardo Manso reemplazó a Satur en el bajo, y también se incorporó otro bajista que hacía de suplente que era Román Báez. Por problemas de estudio, Caíto era suplido a veces por Néstor Gómez “Bujía” en la bata, hoy trabajando como músico en Marbella. Se incorporó Luis Santucci en la ejecución de flauta y violín. Eduardo Manso refiriéndose a la experiencia de Sol de Barro, comentaba que una gran falencia siempre fue la ausencia de un tecladista estable, y mucho más por las influencias del grupo. Fue así que por poco tiempo pasó por el grupo Dante Anzolini, quien hoy es un eximio director de orquesta sinfónica y que en la actualidad es el primer director invitado de la Opera de Linz (Austria). En su lugar se incorporó luego Eduardo Dragowsky.

Sol de Barro fue uno de los grupos estables que hacían su presentación en los Lozanazos, muy conocidos por ser donde debutaran Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Era costumbre que el agrupamiento de Berisso fuera el que cerrara cualquier recital en el Lozano, y la razón principal era que ellos aparecían como los con más ensayo para hacerlo.

Ya en tiempos difíciles por el hecho de la represión Sol de Barro, se iban a presentar en el mismo teatro en un espectáculo de música y poesía junto a Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez, pero la policía desbarató el evento, que había sido ideado por Carlos Mariño. En compensación luego realizaron otro similar con cómicos de la época como Juan Carlos Mezza, Néstor Basurto y Mario Clavel, que no resultaba tan peligroso como el anterior.

De esta forma Sol de Barro desplegaba fundamentalmente sus actuaciones en el Lozano, sin poder llegar a grabar. El grupo prosiguió hasta casi los ochenta, para luego dispersarse, mientras que algunos de sus integrantes emigraron hacia Europa.

Los hermanos Manso cuentan que la inspiración ya se respiraba en su hogar. Memo recuerda que su padre el actor Víctor Manso, se reunía con otros pares a repasar textos, entre quienes estaban Federico Luppi, Lito Cruz y Gustavo Zuleta. Y por otra parte la madre de Memo y Eduardo, Dora Roldán es una reconocida cantante de tango siempre ligada al mundo de la cultura.