2.20.2009

Profecía del 74- Editorial de la Revista Pelo

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Recomiendo sobremanera leer este artículo de Daniel Ripoll, director de la Revista Pelo, que él escribiera allá por marzo de 1974.
Casi como una profecía, Daniel vaticina el devenir de nuestro Rock, y sobre todo cuando este no va acompañado de las ideas que lo fundamentan y sólo es tomado como una moda, un pasatiempo o un simple cliché que me muestre diferente sin serlo.


Toda esta cosa del rock comenzó mezclada con "la paz y el amor". Pero hasta quienes luchaban por eso sabían que la paz no iba a llegar y que el amor permanecería en la galaxia utópica. Pero creer en "la paz y el amor" nos daba fuerzas. Más que una lucha era una lanza mental que descolocaba al enemigo. Eso nos ayudó mucho. Hoy "la paz y el amor" han sido barridos; consumidos, y gastados por el uso. Pertenecen románticamente a la gestación.

Huérfanos de una ideología correcta, nos fuimos apretujando alrededor del rock. Empezamos a darle a esa palabra "una forma de vida", y a esa música una bandera para luchar contra la opresión y la idiotización representada en toda la otra música. Rock comenzó a significar grandes reuniones en festivales al sol ante el asombro de los diarios y la televisión que le contaban a los vecinos cuántos éramos y cómo nos "disfrazábamos".

Había un poco de orgullo en todo eso, había un poco de libertad. A todos los buenos ciudadanos les costó bastante colocarse a la ofensiva. Estaban despistados con la "música estridente", los recitales de "10.000 locos".

Todo el rock seguía soñando, mientras tanto, con convertirse en una cosa grande, en copar los medios de difusión, tener muchos discos para decir cosas y ridiculizar a la otra música complaciente. Decíamos que el rock era fuerte. Que el poder del rock no seria jamás detenido.

Y es cierto: nunca seremos aniquilados Pero si esto sigue así viviremos absorbidos, utilizados y manoseados. El sistema de vida de todos los otros: (porque con eso comen y con eso sueñan,es mucho más hábil y mucho más poderoso de lo que nosotros creemos. Y ya nos encontraron el lado flaco, el flanco por donde atacarnos y dominarnos. Se dieron cuenta que la fuerza y el poder del rock se quedó solamente en rock y que todo lo demás eran ilusiones de matoncitos y "marginados especiales", no de revolucionarios.

Se dieron cuenta que mientras nosotros protestáramos porque no había lugares para escuchar rock, mientras defendiéramos nada más que nuestro pelito largo, el poder del rock era simplemente un movimiento individualista sin pretensión de fuerza. El rock, nuestra música de rock, se convirtió en el único fin.
Muy pocos se dieron cuenta que se trataba de un camino para cantarle al hombre libre y obligar a otros a darse cuenta que aún pueden serlo.

Si esto sigue así no moriremos. Pero en el futuro, estoy seguro, seremos un gran festín para aquéllos contra quienes siempre creímos haber luchado. La verdadera muerte del rock ya está entre nosotros. Muy pronto todos estaremos contagiados.
Muchos idiotas ven esto como una batalla entre rock y música complaciente. Pero eso es falso. Tan falso como para los otros que saben que eliminando el rock no te eliminan a vos.

Nosotros seremos absorbidos porque no sabemos quiénes somos, porque no tenemos una idea correcta de lo qué se trata. Si mañana nos regalaran todos los parques, todos los teatros y nos dieran el manejo de las radios y las grabadoras seria lo mismo que ahora, nuestra pobre música rock no tendría respuestas para explicarnos qué hacer con todo eso. ¿Quién nos asegura que no cometeremos los mismos errores que ellos, que no nos convertiremos en complacientes y retrógrados como ellos?

Lo único que nos asegura que haremos las cosas como deben hacerse es saber quiénes somos y qué queremos.
No alcanza con ir a los recitales y despreciar lo complaciente.
Eso es masturbarse, no progresión.

2.05.2009

Alejandro Medina y la Pesada, junto a los Pinchevsky

Allá por 1973, el ex bajista de Manal, Alejandro Medina iría a presentar en el Teatro Astral su primer trabajo solista acompañado por la Pesada del rock, entre los que se alineaban al menos para esa oportunidad tres músicos de La Plata que eran el violinista Jorge Pinchevsky, su hermano Carlos en percusión y el batero Isa Portugheis. Entre los que completaban la formación estaba nada menos que Charly García en teclados.
Esto que continúa es una nota de la Revista Pelo de entonces, que gentilmente me alcanzó Carlitos Pinchevsky y que vale la pena leer para entender las limitaciones que nuestro rock tenía por entonces y no en lo referente a su calidad musical sino en cuanto a organización y recursos tecnológicos. Esto último es algo que muchas veces se olvida, se da por obvio, se minimiza o ni siquiera es tenido en cuenta.



POR FIN MEDINA- (Revista Pelo)

Sólo Claudio Gabis después de la disolución de Manal consiguió, no sin percances y esperas, poder registrar su obra personal en el disco; dos álbumes en la calle certifican, si no un trabajo de escalada, al menos raptos eventuales de su música. Con todo, desde la misma época en que se comenzó a hablar del primer álbum de Claudio (mayo de 1972) se comenzaba a gestar la idea de un trabajo similar para otro de los integrantes de aquel formidable trío de blues: el bajista Alejandro Medina.
Ahora su álbum está terminado, casi dos años después, después de muchos anuncios de incontables etapas de grabación. Los motivos de la demora son diversos. Pero la cuestión es que ya su trabajo, algo agigantado por la expectativa, está casi por dar a luz.
Anticipándose a ese primer nacimiento Alejandro Medina se presentó con algunos de sus amigos y vecinos en el Teatro Astral para presentar esos trabajos. Después de subir al escenario para acompañar a muchos músicos y como integrante pivote de la Pesada, Medina lo hacía para cantar y tocar su propia música. Una escasa publicitación previa, impidió seguramente que mucha gente que hubiera tenido interés en estar presente no se enterara del asunto. Eso conspiró en parte contra el espectáculo que contó apenas con la mitad de la capacidad del Teatro Astral cubierta.



AMIGO PREVIO

Antes del grupo se presentó Gustav, un solista folk que cantó cubierto de timideces y en voz muy baja un tema suave y amable A! subir al escenario Medina aclaró que se trataba de un cantante austriaco, que había querido de esa manera dar su aporte a los rockeros argentinos.
El grupo que sustentó al bajo de Medina fue en realidad el básico que forma parte de la Pesada: Juan Rodríguez é Isa Portugheis en batería, Jorge Pinchevsky en violín. Lo completaban el hermano de Pinchevsky en tumbadoras, Pepe en saxo y Charlie García, de Sui Géneris, en piano. Lo que llamó muchísimo la atención fue la ausencia de un guitarrista en la formación, carencia que obviamente era suplantada en escena por el violín y el piano. Medina cantó con fuerza y garra, características determinantes de su estilo que parte de las últimas épocas del trío Manal. No obstante incesantes problemas de amplificación, sobre todo en el nivel micrófonos, impidieron obtener detalles más precisos de las intenciones de Medina como autor. Así come su voz se ha destacado últimamente en la interpretación de rocks para otros músicos y agrupaciones, el tema más fuerte y el más aplaudido fue un rock que Alejandro cantó muy arriba.



INTENSA ZAPADA

Algunas zapadas entremezcladas, en las que intervino magistralmente Pinchevsky, además de Medina, fueron secciones muy aplaudidas del recital. Lamentablemente García se pudo acoplar en pocas oportunidades (o al menos eso era lo que llegaba a los oyentes) por notorias dificultades en la amplificación de su piano.
Con todo la bola de sonido tuvo muchos momentos parecidos a los climas que consigue la Pesada, sobre todo como en la época en que también contaba dos bateristas en su formación.
Medina es un valioso elemento del rock nacional, por su fuerza y expresividad en la interpretación de un instrumento generalmente vital pero poco advertido por el público. La aparición de su primer álbum puede convertirse en un elemento motivador de sus propias energías, quizás hasta hoy dispersas y prodigadas en un trabajo limitado a la eventualidad de músico de sesión, faceta donde, sin embargo, ha brindado momentos realmente intensos.
Esta presentación, un poco subterránea por las dificultades antes mencionadas, tal vez vuelva a repetirse con un marco y un apoyo de público más acorde con el acontecimiento, una vez que esté su primer álbum y sea conocido por el público. Cosa que seguramente ocurrirá dentro de muy poco.