8.16.2009

Woodstock a 40 años

Cuarenta años podrían ser mucho o poco tiempo, eso depende de muchos factores, pero cuando este tiempo cuenta en lo que nos separa del Festival de Woodstock allá en 1969, esto pareciera convertirse en una eternidad. En el mundo se produjeron desde entonces tantos cambios que daría la sensación que estos cuarenta años parecieran encontrarse en una lejanía inalcanzable. Cambios culturales, sociales, tecnológicos que no precisamente implican una superación, algunos tal vez si, mientras que muchos otros reflejan la sensación de un cruel retroceso.

1969 fue un año donde abundaban cúspides de todo el movimiento juvenil emergente para mediados de los sesenta tanto en lo relacionado a la contracultura, como a los vientos de renovación y revolución que soplaban por todo el planeta y donde el rock se convertiría en la banda de sonido de la experiencia de vida de los jóvenes de entonces.
Woodstock iba ser el festival más recordado de aquella época, donde se congregarían quinientas mil personas en una granja de Bethel, Nueva York, los días 15, 16 y 17 de agosto de 1969.
No solamente por los grupos y solistas que irían a estar en escena sino también porque fueron tres días de convivencia sólo comparables a la realización de alguna ensoñada utopía.
Los que vivimos por estos pagos, supimos antes que nada sobre Woodstock por haber visto la película, y sin exagerar demasiado la mayoría la vimos entre 10 y 15 veces, y algunos tal vez más, aunque cada vez la daban más recortada.
Hubieron actuaciones memorables como la Jimi Hendrix; The Who; Santana; Crosby, Stills & Nash; Janis Joplin; Country Joe; Joan Baez, Joe Cocker, el descubrimiento de un grupo como Ten Years Alter o un solista como Richie Havens, así como el inolvidable Going Up The Country (Recorriendo el país) de Canned Heat que era el tema que sonaba mientras se mostraba la llegada de los distintos contingentes, mientras otros montaban el escenario, y las torres de iluminación y sonido.
Junto a Monterrey y la Isla de Wight en Inglaterra fueron festivales de masas que de a poco fueron desapareciendo debido a hechos de violencia crecientes. En el mismo 1969 en el Altamont Free Festival organizado por los Rolling Stones fue asesinado un joven negro de 18 años por parte de los Hells Angels (Angeles del Infierno), un grupo de motoqueros violentos de camperas negras que agredían a los jóvenes pacifistas con palos de billar. El asesinato se produjo mientras los Stones hacían Simpathy for Devil. Este grupo de choque de a poco comenzó a desmovilizar a los jóvenes que asistían a éstos festivales.
Woodstock fue una cima y pronto comenzaría el descenso, muchos hippies emigrarían al campo a constituir comunidades mientras que las agrupaciones musicales iban a empezar a hacer presentaciones para públicos más restringidos.
Evidentemente eran otros tiempos muy diferentes y mucho más cuando hoy leo una noticia que podríamos llamar sorprendente.
Cuando caminaba por un suburbio de New Yersey fue detenido Bob Dylan, ya que algunos del vecindario denunciaron a la policía que andaba por ahí un anciano extraño con pinta de linyera. La joven agente que lo detuvo le pidió el documento que en ese momento Bob no tenía y a pesar que él le manifestara quien era, ella nunca había sentido ese nombre. La escena transcurrió casi como en un capitulo de alguna novela de Ray Bradbury o James G. Ballard, y es justamente esto lo que me hace pensar que 40 años alcanzaron hoy a convertirse en una verdadera eternidad.