12.04.2007

Cultura rock y paisaje urbano.

Cuando uno se refiere a una cultura o las manifestaciones propias de la misma, resulta imposible disociar esto de la estructura social que la produce.
Por definición la cultura es la modalidad que el hombre adopta para transformar la naturaleza en pos no sólo de su supervivencia material, sino a su vez de la generación de elementos subjetivos que permitan saciar “la sed verdadera”, al decir de Luis Alberto Spinetta. Esta apropiación de la naturaleza se produce en circunstancias muy concretas y a la vez determinadas por la forma en que los humanos se relacionan entre sí para crear cultura y por el desarrollo de la ciencia y la técnica. Si bien hacer “arte” es la posibilidad de romper con lo rígido de un tiempo determinado, su punto de partida, es dicho tiempo, el saber científico- técnico inmanente y las creencias colectivas.
Todo tiempo además de generar relaciones sociales entre humanos, también genera paisajes, es decir imágenes del hábitat donde se desarrolla la sociabilidad, y la producción cultural.

La cultura rock no emergió en cualquier momento sino en uno bien determinado, con un modelo de relaciones sociales en crisis, principalmente familiares, en una etapa decididamente industrial y en un paisaje urbano bastante diferente al actual.
El paisaje del rock es principalmente la ciudad, pero la ciudad con fábricas en sus bordes, los puertos, el ferrocarril, y principalmente las calles por donde era posible deambular en una deriva y trasnochada bohemia, o en una diurna búsqueda de aventuras. Si bien se podría alegar que también el rock tuvo su veta intimista, esta no es separable de lo urbano.

“Ana no duerme,
espera el día
sola en su cuarto
Ana quiere jugar
sobre la alfombra,
toca su sombra,
cuenta las luces,
mira la gran ciudad.”
(Almendra, Ana no duerme)

Y si se aduce que también existió la búsqueda de lo incontaminado de las zonas rurales, esta búsqueda era producto de una caracterización bien detallada de lo que ocurría en las ciudades.

“Una casa con 10 pinos
hacia el sur hay un lugar
ahora mismo voy allá, porque ya no aguanto más
no aguanto más, no aguanto más, vivir en la ciudad
sólo humo y soledad
nada más que respirar
nunca más en la ciudad”
(Manal, Una casa con 10 pinos )

Desde los sesenta a la actualidad se produjeron muchos cambios en las configuraciones urbanas. La emergencia de una sociedad posindustrial y globalizada hicieron que las desigualdades alcancen brechas desmedidas, y que el paisaje urbano industrial hoy pase a tener forma de inmensos bolsones de marginalidad confrontadas con barrios privados alejados, mientras que a partir de 2001, en la Argentina se produjeran apropiaciones de viejas fábricas abandonadas no sólo para hacer proyectos de producción sino también para realizar centros culturales. Las calles de las ciudades hoy no se presentan tan tentadoras para la deriva como lo habían sido otrora, a pesar de letras de entonces como el Blues de la amenaza nocturna de Manal, donde el narrador huye de los agentes de la represión: “porque detrás de la puerta hay más seguridad”.
Si el paisaje urbano que inspiraba a los rockers de entonces, muto de manera considerable, la pregunta que uno se hace es si el rock puede hoy pintar el paisaje actual o por el contrario debe dejar paso a otra cosa, que al menos herede del rock su valor antistémico.
Esta es una pregunta que no dejo de hacerme.