
Sin dudas estos dos grandes no solamente por ser la mitad de Serú Girán, sino principalmente por ser grandes músicos que se mantuvieron en el tiempo conservando esa sensibilidad característica de nuestro rock originario, alcanzaron en este año que concluye un éxito incomparable que yo antes que nada denominaría un justo y merecido premio a la labor artística realizada por ellos con gran seriedad y con excesivo talento.
Fue un tercero, el ND Ateneo quien les propuso emprender este proyecto que tanto para “Davies” como para Pedrito Aznar, fue en primer lugar la celebración de una amistad cultivada en años y un lugar para expresarse en formato semiacústico con el acompañamiento en teclados de Andrés Beeuwsaert.
Hubo actuaciones que superaron los 40 mil espectadores y otras que se realizaron en diversas provincias cerrando el año en el Gran Rex.

No faltaron esos célebres temas de Serú como Seminare, Mundo Agradable o Noche de perros, pero también el dúo realizó temas nuevos de alta emotividad.
Cuando cada vez aparecen más signos de una cultura rock en crisis, al menos reaparecen mitos que no mueren y todavía tienen la capacidad de conmovernos.