En el Festival de Woodstock irrumpió una extraña banda que con una base rítmica influida por músicas latinas principalmente caribeñas; lograba un éxtasis propio de la psicodelia rockera o blusera. Era el grupo del extraordinario guitarrista mexicano Carlos Santana, el hombre que le dio un nuevo giro al rock.
Cuando se hace la historia del rock es casi imposible no
entrar en una fuerte dicotomía. En los años 50 surgió como un estilo musical
transgresor que no se puede homologar a lo que aconteció una década después con
el mismo significante. Aquel estilo fuertemente rítmico que inmortalizaron
figuras como Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard o Bill Halley y sus
Cometas; entrada la década del ’60 ya dejó de ser un simple género musical para
convertirse en lo que muchos denominaron la cultura del rock.
Lo que surgió en los ’50 fue un género musical que podía
interpretarse como la versión blanca del afroamericano Rhythm and blues, mientras que en los 60 al calor de una muy fuerte
oleada contracultural, emergió un movimiento que si bien su principal expresión
fue la música, logró excederlo plenamente. Sobre la base rítmica del rocanrol
de los ’50, más la utilización de todo lo que ofrecía por entonces el avance de
la tecnología electrónica, los nuevos intérpretes incursionaron en diferentes
estilos creando uno de los productos más maravillosos del quehacer estético
humano.
En el rock de mediados de los 60 hacia adelante, los
principales exponentes, tanto bandas como solistas comenzaron a realizar tipos
de experimentación musical hasta ese entonces inédito. Se trataba de conservar
cierta base bien ligada al rocanrol, pero aprovechando las diferentes
tecnologías emergentes de ese tiempo. La potencia sonora, los efectos, las
distorsiones, la incorporación de los nuevos órganos electrónicos hizo que
sobre la base rockera se pudiese incursionar o fusionar otros estilos.
La influencia de la música oriental en los Beatles fue muy
importante. Surgieron algunas grandes bandas que fusionaban al jazz con el rock.
Chicago; Blood, Sweat & Tears fueron dos grupos emblemáticos. También el
denominado rock sinfónico con bandas como Yes, Genesis, Pink Floyd o Emerson,
Lake & Palmer. Hay muchísimos ejemplos al respecto. En esta nota
quisiéramos destacar lo que llevó el nombre de rock latino.
En el transcurso de la película Woodstock (1969), que
mostraba las distintas actuaciones de las agrupaciones que estuvieron presentes
en aquel célebre festival que nucleó en la campiña estadounidense a miles de
jóvenes, pudo verse a una extraña banda que con una base rítmica influida por
músicas latinas principalmente caribeñas; lograba un éxtasis propio de la
psicodelia rockera o blusera. Era el grupo del extraordinario guitarrista
mexicano Carlos Santana.
En donde el sonido de la banda se tornaba sumamente intenso,
principalmente por efecto del órgano y las percusiones, irrumpía el fraseo
enloquecido de la guitarra de Santana. Un instrumento que iría a sonar bajo las
reglas clásicas del blues o el rock psicodélico, aunque deslizándose –sin
perder la energía- hacia esas melodías
caribeñas, como el bolero, la rumba, el Calipso o el merengue. Antecedentes de
este estilo seguramente fueron esos encuentros furtivos en ciertos lugares del
Caribe, entre instrumentistas de jazz y músicos de salsa.
Carlos Santana, nacido en 1947 en Autlán de Navarro,
Jalisco, desde niño recibió una fuerte formación musical. Su padre era un
violinista de los grupos de mariachis. Si bien Carlos había comenzado también
como violinista, luego se inclinó por la guitarra, escuchando mucho blues, principalmente
a B. B. King, T-Bone Walker y John Lee Hooker con quienes ya siendo conocido,
pudo compartir escenarios. Poco se dice que su gran maestro fue el guitarrista
mexicano Javier Bátiz que para todos aquellos que alguna vez escucharon su
discografía fue un gran cultor de un rock emparentado en su sonido al de Eric
Burdon & the Animals o al de ese maravilloso grupo inglés Spencer Davis
Group en el que descollaba la voz de Stevie Winwood. El estilo de Bátiz estaba
emparentado principalmente al rock and roll y el rhythm and blues, cantando
incluso, en inglés.
Santana iría más allá del estilo de su maestro y crearía el
rock latino. Muchos de sus temas estaban cantados en español, tal como los
clásicos Guajira, Oye como va o Se acabó. Aunque se destacaban esos grandes interpretaciones
fundamentalmente instrumentales como fueron Sacrifice soul (tema que se puede
ver en Woodstock), Jingo o ese precioso bolero Samba pa ti, en el que Santana
mostraba toda su creatividad con la seis cuerdas. Hoy está considerado uno de
los mejores guitarristas formados a fines de los sesenta, compartiendo muchas
veces el escenario junto a Eric Clapton.
Menos conocida en ese género es la agrupación Malo,
fundada en 1970 y que tuviera como líder casualmente a Jorge Santana, hermano
de Carlos. Un grupo que fusionaba lo latino con el jazz y el blues. Tuvieron
gran éxito con temas como Suavecito o Café.
En 1969 se formaría en Inglaterra la banda Osibisa,
conformada por músicos africanos y caribeños. Ellos mostrarían en sus
producciones todo el encanto de los ritmos que la cultura afro desarrollaría en
las islas del Caribe. Un gran éxito discográfico fue en 1975 el tema Sunshine
Day. Osibisa según sus integrantes significaba "cruce de ritmos que estallan de alegría",
El
término rock latino fue cambiando de significación para nombrarse así a todas
esas bandas conformadas por músicos latinoamericanos aunque no practicaran ese
estilo desenfrenado que creó Carlos Santana.