Claudio Gabis
El Fin del Romanticismo. (Revista Pelo- 1979)
Por pocos días estuvo en Buenos Aires Claudio Gabis, en una visita familiar que también incluyó las negociaciones para presentar antes de fin de año su banda brasileña, Index. Estos cinco años de residencia en el exterior, que abarcaron estudios musicales en Estados Unidos y conciertos en Europa, dotaron a Gabis de madurez profesional y humana. Este es el racconto de sus experiencias, el reencuentro con viejos compañeros de ruta en Europa, la perspectiva de su música en Brasil, y la posibilidad de tocar en Argentina.
Transcurrieron siete años desde que Manal se disolvió, seis desde La Pesada del Rock y cinco desde su radicación en Brasil. Para Claudio Gabis, como para otros tantos precursores del rock en la Argentina, el tiempo es una contabilidad de vivencias cumplidas, de las que resta el núcleo de una actitud ya despojada de confusión.
Desde la época de La Cueva, entre 1967 y 1968, el Manal donde estaba Gabis participaba, junto a Almendra y Los Gatos, del prestigio de ser uno de los primeros y de los exitosos. Cuando en 1969 se produjo la primera oleada de separaciones, la música y los músicos se eclipsaron. Con pecados y aciertos, La Pesada del Rock —a la que se incorporó Gabis— promovió un nuevo impulso, aunque marcados por el desenfreno. Gabis se fue a Brasil y cambió de música, y el músico creció en conciencia.
El Gabis de hoy, el que estuvo por unos días en Buenos Aires, es el reflejo veraz de ese balance: "Con Javier (Martínez) no nos veíamos desde hace siete años, justo desde que Manal se separó, y nunca se daba la posibilidad de que pudiera viajar a Barcelona. Cuando estuve en Portugal con Index, invitados a participar en el festival de jazz de Cascais, que es el último punto que toca la gira del festival de jazz de Newport en Europa (ahí actuamos junto a Albert King, Nancy Wilson y Dexter Gordon, entre otros), llamé a España para avisarle a Javier que iba. El reencuentro fue el de los viejos amigos, y me alegró verlo bien, activo, haciendo música, componiendo en abundancia, preparándose para mostrar una música rarísima, participando en grupos barceloneses, como Esqueixada Sniff, de alto nivel. En la Argentina se habían corrido muchos rumores tristes sobre él. Yo lo vi y quiero aclarar que está muy bien. No se quiere relacionar con los argentinos que viven allá, porque se han hecho una fama muy dudosa. Cuando llegué a Barcelona, hacía un mes que él estaba tocando en un trío de jazz, Omni Blues, y me integré a ellos. Esa fue la primera vez en mi vida que pude vivir tocando sólo jazz, y me quedé un mes con Javier. La pasamos muy bien. Pero él no quiere volver a la Argentina”.
Manal, La Pesada del Rock
En su momento, La Pesada del Rock se convirtió en una monstruosa organización que manipuló música, músicos, dinero y fama con una subestimación en algunos casos cercana a la anarquía: "Durante dos años, todos los que fuimos de la partida de La Pesada la pasamos muy bien, en muchos niveles. La idea de formar La Pesada fue muy buena y parecida a la de los músicos del sello norteamericano CTI, que consistió en constituir un staff de músicos que aparecían en los discos de los demás o funcionando como banda profesional especializada en rock, aunque también hicimos otra música. Desde el 72 al 73, no hubo un sólo día —y esto no es solamente una expresión exagerada— que no estuviéramos en los estudios de grabación trabajando para compañías discográficas distintas. Eso me llevó a mí y a los demás a una situación económica que yo sólo había conseguido con los shows —y no con los discos— de Manal, con el que solía hacer hasta veinticinco por mes. En la época de La Pesada, tenía coche y una casa en Béccar con 500 metros cuadrados de fondo, donde tenía una sala para ensayar cuando quisiera. Todo eso fue lindo, pero nos llevó al exceso que da la abundancia.
"Claro que en los comienzos con Manal nos embaucaron muchas veces. Por ejemplo, de los dos simples más importantes que tuvo Manal, 'No pibe' y 'Jugo de tomate', nunca cobramos nada de Mandioca. Manal no fue un éxito discográfico, el dinero que hicimos en esa época fue por las actuaciones en público. Ya una vez pedí a la compañía discográfica que tuvimos al final de Manal que nos hiciera las cuentas seriamente. Ahora voy a hacer lo mismo, y a partir de allí, si las hacen mal voy a iniciar un juicio. He llegado a un momento en que me doy cuenta de que de nada vale continuar con el romanticismo aquel, sino que hay que estar bien informado, sobre todo para que no te estafen. Esto no implica que uno se convierta en un ejecutivo. Por mi parte, sigo peleando por lo que decidí ser: músico y no comerciante. Otros músicos de los comienzos del rock estaban decididos a hacer dinero a cualquier precio y con cualquier música: yo preferí seguir con ésta de tratar de ser siempre mejor músico para hacer cada vez mejor música."
Index sube
Hace cinco años Gabis emigró a Brasil. Ese fue el indicio de que pretendía dejar atrás algo más que su país natal. El cambio comenzó a vislumbrarse en sus intenciones, finalmente cumplidas, de estudiar en la Berklee School de Boston, y en su música, que desembocó en el jazz progresivo. Ahora con Index, grupo con el que grabó un álbum ("Fiesta para un nuevo rey") que recibió alentadoras críticas de varios países del mundo, su carrera adoptó un giro hacia el profesionalismo y la investigación: "Lo del jazz no es nuevo en mí. Con Manal teníamos temas definitivamente jazzísticos, como 'Avellaneda blues' o 'Avenida Rivadavia'. El primer álbum estaba dentro de esa tendencia, pero ya en el segundo nos pusimos más rockeros. Con Index ahora las cosas están marchando bien. Hubo un cambio de bajista y ahora está constituido por el líder y tecladista Marcos Resende, José Paulo (guitarra rítmica), Mini Paulo (bajo), Wilson Meireles (batería) y yo en primera guitarra. Nos presentamos en el festival de jazz de San Pablo el año pasado. Después fuimos al festival de jazz de Cascais, auspiciados por la embajada brasileña. Cuando yo regrese, en septiembre más precisamente, vamos a empezar a grabar nuestro segundo álbum para Phonogram, y además ya fuimos invitados a participar en el festival de jazz de Río de Janeiro, que parece que será el mismo de Montreaux, y se hará hacia fin de año. Vamos a hacer en octubre un ciclo de diez días en una sala oficial como parte de una serie de ciclos en los que participará también gente como Gismonti y Hermeto. Después haremos una nueva gira por diez universidades ubicadas en los alrededores de Río. Fuimos invitados al festival de jazz de Edimburgo, Escocia, junto a Gismonti y el Zimbo Trío. Y espero que antes de fin de año podamos arreglar la venida del grupo a la Argentina, que es una de mis ambiciones desde que vivo en Brasil."
La única música nueva.
Transcurrió mucho tiempo desde que el rock del que emergieron Manal y Gabis se caracterizaba por una mezcla de romanticismo, caos y bohemia. La música que se produjo entonces en la actualidad sólo queda como un antecedente nostálgico: "Antes era distinto. Cuando sucedió todo el fenómeno del rock a nivel internacional, el poder de las compañías discográficas no era ni la mitad de lo que es ahora. A fines del '68 todavía eran vulnerables, y el movimiento que surgió en esa época supo captar eso. Hoy sería imposible. El rock aquel está muerto; en la actualidad todo se ha profesionalizado y depurado al mismo ritmo en que lo hizo la industria del disco. Antes de venir a la Argentina estuve leyendo el Jornal do Brasil, un diario muy importante allá, que daba la cifra del 8 por ciento de todo el mercado discográfico norteamericano para el jazz, que es tal vez la única música que continúa investigando. Pero la magia de antes se ha perdido. En Brasil se está produciendo la única música nueva del mundo, porque en el resto de los países siguen estando los mismos de siempre, como ocurre en el rock. Para los músicos de mi generación la cosa es difícil: la opción es dejarse llevar por cómo se maneja la música de consumo masivo o bien hacer la de uno, vivir dando clases y de vez en cuando haciendo conciertos con la música que a nosotros nos interesa. Ese es mi caso y el de Jorge Pinchevsky, con quien me encontré en París. Me comentaba sobre él el principal productor de rock de Francia —que es un tipo de 23 años muy macanudo— que a ningún extranjero se le abrieron las puertas como a Jorge, y él desperdició esas oportunidades. Ahora está dando clases y formando su grupo con algunos argentinos, por ejemplo el saxofonista Rubén Alterio (quien pertenece también a uno de los grupos más extraños y exitosos de Francia, compuesto solamente por cuarenta saxos y un coro), Chipi Lagos y otros. En mi caso, elegí ser músico y no puedo negar que me va bien."
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