12.28.2006
El rock en La Plata- 1ra Aproximación
Si bien esto no intenta ser un estudio sociológico, creo que para hablar del rock en La Plata, es necesario hacer algunas precisiones de esa índole. Mal que les pese a muchos platenses, esta ciudad es extremadamente cercana a Buenos Aires (apenas 64 Km). La Plata está compuesta fundamentalmente por sectores sociales medios, en algunos casos sumamente conservadores, pero el hecho de tener una de las Universidades más importantes del país hizo que tuviera siempre un alto porcentaje de población estudiantil proveniente de otros sitios, sumada la cercanía de ciudades obreras como Berisso y Ensenada, que constituyeron siempre su zona industrial y a la vez portuaria; le dieron a esta región una configuración bastante especial. Es realmente significativo solamente, que de los treinta mil argentinos desaparecidos durante la última dictadura militar, cinco mil hayan sido de esta zona.
Para fines de los años sesenta se desarrollaba en la música de nuestro país, un estilo que no era el rock nacional del que venimos dando cuenta ni tampoco la música estrictamente complaciente o comercial. Había para entonces un tipo de rock que hoy podríamos llamar como productor de covers. Bandas como Carlos Bisso y su Conexión Nº 5 o el Trío Galleta, realizaban temas de bandas inglesas o estadounidenses, teniendo como excusa decir que no se podía hacer rock en español. Esta modalidad de cover o de réplica, en La Plata y alrededores contaba con una cantidad de bandas que superaban en número a las que desde un inicio, como La Cofradía de la Flor Solar se plantearon hacer algo completamente innovador. Por ese entonces apareció en la ciudad una banda que se llamó Los Claster, y que más adelante con el nombre de Dynamita al igual que la ensenadense Tonelada, lograrían grabar en la RCA por intermedio del mismo productor del Trío Galleta. El circuito de esta música hacía centro en el Jockey Club.
Mientras tanto en el viejo Teatro Opera, comenzaba a aparecer una banda integrada por algunos estudiantes entrerrianos de Bellas Artes, eran la ya mencionada Cofradía de la Flor Solar. Ellos no eran solamente una formación musical sino a su vez y principalmente una comunidad de tipo hippie, integrada por otros artistas y artesanos. En ella además de Kubero Díaz, Morcy Requena y Manija Paz confluían el Mono Cohen (Rocambole) y la Negra Poli (futura manager de los Redondos) Aquel tema de Kubero, que lo hacía la Cofradía y que luego grabase Billy Bond con la Pesada, y que se llamó La pálida ciudad, fue hecho pensando en La Plata.
Por fines de los sesenta iba a aparecer otra formación que tendría el nombre de Diplodocum, Red & Brown, integrada por los hermanos Guillermo y Eduardo (Skay) Beilinson, El Topo D´Aloisio, Bernardo Rubaja y el baterista Isa Portugheis. Ellos confluirían junto a la Cofradía. Se formó también de la comunidad el trío Sol, en el que se encontraba otro de los guitarristas emergentes de La Plata, Quique Gornatti y se sumaría a la Cofradía el violinista Jorge Pinchevsky. La cercanía a Capital se hizo bastante evidente cuando estas formaciones se disolvieran y muchos de ellos pasaron a formar parte casi estable de la Pesada del rock. Para esa época los recitales en La Plata ya comenzaban a ser de bastante masividad y el estadio Atenas iba a ser el sitio privilegiado para el desembarco de la mayoría de las bandas más importantes de la musica progresiva nacional.
Desde la Cofradía y Diplodocum, hasta los actuales Guasones, Estelares, Don Lunfardo y el Señor Otario, Las Canoplas o Mister América, pasando por Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Virus o Peligrosos Gorriones, La Plata ha tenido un desarrollo bastante importante aunque no del todo mensurable debido a la ya mencionada cercanía porteña.
12.25.2006
Algunas reflexiones
.
Como en la Carta Robada de Edgar Allan Poe, lo que se encuentra muy cerca y está casi a la mano, se transforma en lo menos visible, y eso hace que por más que se sepa de su importancia, no se le otorgue la que realmente tiene. Nuestro movimiento de rock habiendo cumplido cuarenta años de existencia, es quizás el tercero en importancia después de Estados Unidos e Inglaterra. Por historia, por cultura, por cantidad de bandas, por haberse integrado a las diferentes generaciones, el rock argentino es un híbrido bastante interesante, tanto por el sitio geográfico donde se fue a desarrollar, por haberse planteado cantar en castellano y porque en el momento de su aparición, resultaba una acalorada utopía que fuera conocido mucho más allá de nuestras propias fronteras. El mercado discográfico latinoamericano o español para ese entonces no era para nada, un espacio propicio para su propagación. Con respecto al mercado propiamente inglés o estadounidense, poder irrumpir ahí era casi imposible, ya que se cantaba en otro idioma, nuestra música era bastante underground, se contaba con pocos recursos tecnológicos y por otro lado lo nuestro solamente existía en una lejanía exótica. Las bandas que lograban meterse en esos rankings, siendo canadienses, holandesas o suecas lo hacían cantando en inglés. Si bien el rock logró entrar en Europa, por fuera de Inglaterra nunca alcanzó un gran desarrollo, hablando siempre de un movimiento que vaya generando bandas, un público especial, y una cultura subyacente.
Esta idea me venía rondando la cabeza cuando me topé con una nota de la Revista Rolling Stone (octubre 2006), realizada por Juan Ortelli, donde dice que la avanzada psicodélica yanqui busca inspiración en Spinetta, Pappo y todo nuestro rock de aquellas épocas. Noel Harmonson, vocalista de los Comets on Fire dice ahí: “Algunos de mis amigos y yo creemos que los discos de ese período particular del rock argentino (fines de los 60, principios de los 70) están entre los mejores del rock n´roll de todos los tiempos. Por su...sensibilidad.”
Todos los que en ese entonces escuchábamos esa música, creo que soñábamos con que a un Pappo, o a un Pescado Rabioso o a un Billy Bond y la pesada, los pudiesen llegar a escuchar en las metróplis del rock, y esto porque estábamos convencidos que no iban a desafinar. Este convencimiento lleva ya cuarenta años y es por esto que rescatar la etapa inaugural debe ser completamente necesario.
Es también por eso que páginas como Incunables Posludios, Puentes Amarillos y tantas otras, no solamente alojan esa música sino que al ella estar ahí presente, se convierte en un disparador cultural de gran importancia, y mucho más cuando la industria discográfica sólo se encarga de editar lo consumible.
Como en la Carta Robada de Edgar Allan Poe, lo que se encuentra muy cerca y está casi a la mano, se transforma en lo menos visible, y eso hace que por más que se sepa de su importancia, no se le otorgue la que realmente tiene. Nuestro movimiento de rock habiendo cumplido cuarenta años de existencia, es quizás el tercero en importancia después de Estados Unidos e Inglaterra. Por historia, por cultura, por cantidad de bandas, por haberse integrado a las diferentes generaciones, el rock argentino es un híbrido bastante interesante, tanto por el sitio geográfico donde se fue a desarrollar, por haberse planteado cantar en castellano y porque en el momento de su aparición, resultaba una acalorada utopía que fuera conocido mucho más allá de nuestras propias fronteras. El mercado discográfico latinoamericano o español para ese entonces no era para nada, un espacio propicio para su propagación. Con respecto al mercado propiamente inglés o estadounidense, poder irrumpir ahí era casi imposible, ya que se cantaba en otro idioma, nuestra música era bastante underground, se contaba con pocos recursos tecnológicos y por otro lado lo nuestro solamente existía en una lejanía exótica. Las bandas que lograban meterse en esos rankings, siendo canadienses, holandesas o suecas lo hacían cantando en inglés. Si bien el rock logró entrar en Europa, por fuera de Inglaterra nunca alcanzó un gran desarrollo, hablando siempre de un movimiento que vaya generando bandas, un público especial, y una cultura subyacente.
Esta idea me venía rondando la cabeza cuando me topé con una nota de la Revista Rolling Stone (octubre 2006), realizada por Juan Ortelli, donde dice que la avanzada psicodélica yanqui busca inspiración en Spinetta, Pappo y todo nuestro rock de aquellas épocas. Noel Harmonson, vocalista de los Comets on Fire dice ahí: “Algunos de mis amigos y yo creemos que los discos de ese período particular del rock argentino (fines de los 60, principios de los 70) están entre los mejores del rock n´roll de todos los tiempos. Por su...sensibilidad.”
Todos los que en ese entonces escuchábamos esa música, creo que soñábamos con que a un Pappo, o a un Pescado Rabioso o a un Billy Bond y la pesada, los pudiesen llegar a escuchar en las metróplis del rock, y esto porque estábamos convencidos que no iban a desafinar. Este convencimiento lleva ya cuarenta años y es por esto que rescatar la etapa inaugural debe ser completamente necesario.
Es también por eso que páginas como Incunables Posludios, Puentes Amarillos y tantas otras, no solamente alojan esa música sino que al ella estar ahí presente, se convierte en un disparador cultural de gran importancia, y mucho más cuando la industria discográfica sólo se encarga de editar lo consumible.
12.15.2006
El rock uruguayo, el sonido de la otra orilla.
"Así pues no habrá caminos que no recorramos juntos, tratamos el mismo asunto orientales y argentinos".
Alfredo Zitarroza
Tal vez si obviáramos los regionalismos, y enfocáramos la cuestión desde el punto de vista estrictamente cultural, tendríamos que decir que en verdad no existen ni el rock argentino ni el uruguayo, sino un solo estilo propio al Río de la Plata, con algunas características inmanentes a los conglomerados urbanos de donde han emergido. Me animaría a decir que en la Argentina esos conglomerados son Buenos Aires, El Gran Buenos Aires, Rosario y La Plata, mientras que en el rock de la otra orilla se trata indudablemente de Montevideo.
El rock en ambos países comienza en el mismo momento, y se va a dar la característica peculiar de que muchos de los músicos vayan a establecer un mismo escenario, como así mismo que las radios locales siempre hayan difundido la música de ambas orillas, esto principalmente en el Uruguay. Creo que todos los amantes del rock de la Argentina, de alguna manera sentimos a su expresión uruguaya como parte nuestra. No podría afirmar certeramente que en la banda oriental pase lo mismo, aunque íntimamente creo que es así. Un fenómeno como el de Patricio Rey y los Redondos, con efectos contraculturales y de masa, es muy poco conocido en los demás países latinoamericanos, con la excepción del Uruguay donde llegaban a producir cosas similares. Recordemos por ejemplo aquel Estadio Centenario de 2001 donde los redondos se presentarían por primera vez fuera del país, luego de veinticinco años de existencia, ya siendo un mito de nuestro rock.
Allá por mediados de los 60 aparecían los Shakers, aquella emblemática banda de los hermanos Hugo y Osvaldo Fattorusso que interpretaban rock en inglés al mejor estilo Beatles, y que a su vez visitaban asiduamente Buenos Aires. También aparecían los Mockers y los Bulldogs. Pero tal vez lo más característico del sonido oriental emergente lo iban a representar algunos músicos como Eduardo Mateo, Rubén Rada y Mario “Chichito” Cabral conformando El Kinto, un ensamble del rock con el candombe y ya con letras en castellano. El mismo Hugo Fattorusso, dice haberse sorprendido al ver por televisión al Kinto, para subirse a su motoneta e ir a verlos al canal.
Esta experiencia daría pié a la formación del Tótem, aquella banda integrada por Rada y Chichito, junto a guitarristas como Enrique Rey y Eduardo Useta, el bajista Daniel “Lobito” Lagarde y el baterista Roberto Galletti. Tótem realizaría un estilo de rock latino que algunos emparentarían al de Carlos Santana, tal vez por la integración de la formación instrumental propia del rock con una muy buena base de elementos de percusión. Esta banda se presentaría en el B.A.Rock de 1971, segundo festival organizado por la Revista Pelo.
Aparecerían así mismo por aquellos primeros setenta otras bandas de gran importancia como Psiglo, Días de Blues, Opus Alfa, Montevideo Blues, entre otras. Desde aquel inicio hasta la Vela Puerca o la Tabaré, el rock uruguayo lamentablemente no ha podido mantener siempre una continuidad, tal vez producto de circunstancias históricas concretas, como fueron la dictadura militar por ejemplo, pero no hay que dudar de que el sonido emergente desde aquella orilla integrando al candombe, como la principal fuente de música de origen africano en el Río de la Plata, también ha marcado al rock de este lado.
Alfredo Zitarroza
Tal vez si obviáramos los regionalismos, y enfocáramos la cuestión desde el punto de vista estrictamente cultural, tendríamos que decir que en verdad no existen ni el rock argentino ni el uruguayo, sino un solo estilo propio al Río de la Plata, con algunas características inmanentes a los conglomerados urbanos de donde han emergido. Me animaría a decir que en la Argentina esos conglomerados son Buenos Aires, El Gran Buenos Aires, Rosario y La Plata, mientras que en el rock de la otra orilla se trata indudablemente de Montevideo.
El rock en ambos países comienza en el mismo momento, y se va a dar la característica peculiar de que muchos de los músicos vayan a establecer un mismo escenario, como así mismo que las radios locales siempre hayan difundido la música de ambas orillas, esto principalmente en el Uruguay. Creo que todos los amantes del rock de la Argentina, de alguna manera sentimos a su expresión uruguaya como parte nuestra. No podría afirmar certeramente que en la banda oriental pase lo mismo, aunque íntimamente creo que es así. Un fenómeno como el de Patricio Rey y los Redondos, con efectos contraculturales y de masa, es muy poco conocido en los demás países latinoamericanos, con la excepción del Uruguay donde llegaban a producir cosas similares. Recordemos por ejemplo aquel Estadio Centenario de 2001 donde los redondos se presentarían por primera vez fuera del país, luego de veinticinco años de existencia, ya siendo un mito de nuestro rock.
Allá por mediados de los 60 aparecían los Shakers, aquella emblemática banda de los hermanos Hugo y Osvaldo Fattorusso que interpretaban rock en inglés al mejor estilo Beatles, y que a su vez visitaban asiduamente Buenos Aires. También aparecían los Mockers y los Bulldogs. Pero tal vez lo más característico del sonido oriental emergente lo iban a representar algunos músicos como Eduardo Mateo, Rubén Rada y Mario “Chichito” Cabral conformando El Kinto, un ensamble del rock con el candombe y ya con letras en castellano. El mismo Hugo Fattorusso, dice haberse sorprendido al ver por televisión al Kinto, para subirse a su motoneta e ir a verlos al canal.
Esta experiencia daría pié a la formación del Tótem, aquella banda integrada por Rada y Chichito, junto a guitarristas como Enrique Rey y Eduardo Useta, el bajista Daniel “Lobito” Lagarde y el baterista Roberto Galletti. Tótem realizaría un estilo de rock latino que algunos emparentarían al de Carlos Santana, tal vez por la integración de la formación instrumental propia del rock con una muy buena base de elementos de percusión. Esta banda se presentaría en el B.A.Rock de 1971, segundo festival organizado por la Revista Pelo.
Aparecerían así mismo por aquellos primeros setenta otras bandas de gran importancia como Psiglo, Días de Blues, Opus Alfa, Montevideo Blues, entre otras. Desde aquel inicio hasta la Vela Puerca o la Tabaré, el rock uruguayo lamentablemente no ha podido mantener siempre una continuidad, tal vez producto de circunstancias históricas concretas, como fueron la dictadura militar por ejemplo, pero no hay que dudar de que el sonido emergente desde aquella orilla integrando al candombe, como la principal fuente de música de origen africano en el Río de la Plata, también ha marcado al rock de este lado.
12.07.2006
Pesado y progresivo
Anteriormente habíamos dicho que el año 70 había sido el instante de una nueva vuelta de tuerca. Si en un primer momento las influencias principales habían sido Bob Dylan, los Stones, los Beatles o los Animals, así como también Cream, Traffic, Fleetwood Mac y John Mayall, comenzaban a seducir a nuestros músicos ahora, el nuevo sonido de bandas de hard rock como Led Zeppelín, Deep Purple, Humble Pie, Black Sabath o Alice Cooper, como así también el sonido progresivo de Jethro Tull, Family, Frank Zappa, Emerson, Lake & Palmer o Pink Floyd.
En 1969 nace un trío que podríamos considerar como el primer grupo argentino de rock sinfónico y que se llamó: Orion´s Beethoven. Recién en 1973 alcanzarían a grabar su primer disco Superángel, cuando ya habían participado de todos los B.A.Rock, e inclusive apareciendo en la película “Rock hasta que se ponga el sol” de 1972.
Los Mentales fue una banda que había comenzado grabando su primer disco simple con dos temas de Lito Nebbia, y que habían tenido cierta trascendencia comercial. En su segundo disco, van a aparecer dos temas de su vocalista Daniel Irigoyen, inclinados definitivamente a un sonido rockero al estilo Led Zeppelín. Aunque los Mentales hoy sean casi desconocidos, fueron ellos, una de las primeras bandas argentinas que comenzaron con este estilo.
Manal fue de las bandas ya existentes, quien se inclinó también por el potente sonido electrónico y principalmente a partir de su simple Doña Laura- Elena.
Tras la disolución de Los Gatos, el que había sido su nuevo guitarrista, Norberto Napolitano, iría a conformar al trío Pappo´s Blues, junto a David Lebón y Black Amaya. Por aquellas épocas comenzaba a sonar “la bola de ruido” que era como le decían al guitarrista Héctor Starc, que más tarde iba a ser parte de Aquelarre, y surgirían a su vez bandas como El Reloj y La Máquina. Spinetta iría a conformar Pescado Rabioso que tal vez sea en la historia de este músico, su experiencia más inclinada al hard rock y al blues, y por 1971 iría a surgir una formación que tal vez haya sido síntesis de toda la movida de esos años y que fue Billy Bond y la Pesada del Rock n´roll, pensada pricipalmente por el gordo Giuliano Canterini (Bond) y el productor Jorge Alvarez. La Pesada no tenía una alineación estable, pero algunos de los músicos que fueron de los más asiduos fueron los tres ex Manal y varios ex integrantes de la banda platense La Cofradía de la Flor Solar, como el guitarrista Kubero Díaz, el violinista Jorge Pinchevsky, y el baterista Isa Portugueis que también lo había sido de Diplodocum, Red & Brown junto a Skay Beilinson. La Pesada iba a ser una de esas bandas con interesantes niveles de convocatoria, y con una gran capacidad para movilizar al público. A partir del lamentable suceso del Luna Park en octubre del 72, donde la policía entró a reprimir, la cosa ya no fue igual. Como no estuve en ese recital y el famoso “Rompan todo” del Bondo hoy parece un argumento bastante controvertido, creo que no tengo la autoridad para hablar de ello, pero sí hacer hincapié en que las fuerzas represivas de entonces no eran para nada benevolentes con expresiones contestatarias como nuestro rock de entonces.
12.04.2006
Acústico- El rock con guitarra criolla.
Hasta ahora hemos venido desarrollando estas presentaciones hablando principalmente de todos aquellos grupos que fueron desplegando sonidos electrónicos y amplificados.
Al igual que en la música folk estadounidense, tipo Bob Dylan, Joan Baez o Crosby, Stills, Nash & Young, para dar algunos ejemplos, el rock acústico se presentaba como un estilo más limpio e íntimo que permitía a su vez la inclusión de letras mucho más comprometidas.
Los primeros en hacer este estilo tal vez hayan sido Moris y Tanguito, pero es importante señalar que el desarrollo de esta tendencia va a generar un estilo muy particular donde será posible experimentar con elementos de nuestro propio folklore, y en este sentido tendremos a músicos como León Gieco, que hoy continúan con una formidable producción.
Allá por al año 70 va a ser la aparición de un verdadero himno de la época: La marcha de la bronca, cantada por Pedro y Pablo, el dúo formado por Miguel Cantilo y Jorge Durietz. En 1971 debuta en el segundo B.A.Rock, el ya mencionado León Gieco con su primer canción: Hombres de hierro, y un año después surgirán dúos como Sui Generis, Vivencia y un solista como Raúl Porchetto, dándole a este estilo, entre todos características ya irreversibles. Precisamente en el año 72 se realizó el primer festival dedicado a esta música, y que se llamó El Acusticazo, donde participaron Gabriela, acompañada por Edelmiro Molinari y David Lebón, Lito Nebbia acompañado por el célebre percusionista Domingo Cura, Miguel y Eugenio, Carlos Daniel, Miguel Krochick, León y Porchetto. Al otro año surgirá Pastoral, otro dúo que iba a hacer historia, y vale mencionar, si bien no fue parte de esta movida acústica, a Arco Iris, la banda de Gustavo Santaolalla, la cual experimentó bastante con el folklore argentino, principalmente en su álbum El regreso de la aurora, además de hacer un clásico de aquella época como Mañanas campestres.
11.26.2006
El año 70- Una vuelta de tuerca
El año 1970 representó una nueva vuelta de tuerca para el incipiente movimiento. Hasta ese momento el rock del sur, se venía desarrollando de manera casi lacunar, en fragmentos, como un nuevo fenómeno no totalmente unificado. No todas las bandas que iban apareciendo estaban conformadas por ex parroquianos de la Cueva, y muchos de los nuevos rockeros ni siquiera se conocían. El primer festival Buenos Aires Rock organizado por Pelo, tuvo mucho que ver con esto, pero también hay que tener en cuenta que sin una cierta unificación previa, esto hubiera sido algo endeblemente atado con piolines.
Aquel año además implicó una cierta redefinición del estilo musical, muchos de los grupos adoptaran un sonido mucho más rockero. Los Gatos se volvieron a unir, pero esta vez con Pappo como guitarrista, editando temas como El rock de la mujer perdida y Mujer de carbón. Anteriormente ya habíamos señalado que Almendra también iba a seguir un rumbo similar. Recuerdo que por aquellas épocas algunos homologaban a Rutas Argentinas de Almendra y al mencionado Mujer de carbón, con el tema de Canned Heat, Let´s work together que esa banda hiciera en el festival de Woodstock. Simplemente se trataba de un ritmo similar y con los tres tonos clásicos.
Manal también comenzaba un viraje hacia el hard rock. Desde Quilmes llegaba una banda como Vox Dei, que ese mismo año editaría “Caliente”, su primer álbum para el sello Mandioca. Ya estaban La Barra de chocolate y Arco Iris, mientras aparecían bandas como Alma y Vida, que irían a integrar elementos del jazz con el rock, al estilo de lo que hacían bandas como Chicago y Blood, Sweat & Tears. Se formó un grupo que se llamó en primer momento Zandunga pero que luego iba a tomar el nombre de Katunga, intentando desarrollar un tipo de rock latino al estilo Santana. Es llamativo que una banda como La Joven Guardia, que había comenzado con un éxito discográfico como El extraño del pelo largo, de pronto cambiara de actitud incorporando letras comprometidas y haciendo rock n´roll. Los Mentales fue una banda que comenzó a desarrollar un estilo de rock pesado bastante interesante, siendo apadrinados por Lito Nebbia.
Un fenómeno singular que pienso desarrollar en otro capítulo es el rock en la ciudad de La Plata, que por otro lado me toca más de cerca, y que contaba entonces con bandas como La Cofradía de la Flor Solar y Diplodocum, Red & Brown, que serían los antecesores directos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Aquel año además implicó una cierta redefinición del estilo musical, muchos de los grupos adoptaran un sonido mucho más rockero. Los Gatos se volvieron a unir, pero esta vez con Pappo como guitarrista, editando temas como El rock de la mujer perdida y Mujer de carbón. Anteriormente ya habíamos señalado que Almendra también iba a seguir un rumbo similar. Recuerdo que por aquellas épocas algunos homologaban a Rutas Argentinas de Almendra y al mencionado Mujer de carbón, con el tema de Canned Heat, Let´s work together que esa banda hiciera en el festival de Woodstock. Simplemente se trataba de un ritmo similar y con los tres tonos clásicos.
Manal también comenzaba un viraje hacia el hard rock. Desde Quilmes llegaba una banda como Vox Dei, que ese mismo año editaría “Caliente”, su primer álbum para el sello Mandioca. Ya estaban La Barra de chocolate y Arco Iris, mientras aparecían bandas como Alma y Vida, que irían a integrar elementos del jazz con el rock, al estilo de lo que hacían bandas como Chicago y Blood, Sweat & Tears. Se formó un grupo que se llamó en primer momento Zandunga pero que luego iba a tomar el nombre de Katunga, intentando desarrollar un tipo de rock latino al estilo Santana. Es llamativo que una banda como La Joven Guardia, que había comenzado con un éxito discográfico como El extraño del pelo largo, de pronto cambiara de actitud incorporando letras comprometidas y haciendo rock n´roll. Los Mentales fue una banda que comenzó a desarrollar un estilo de rock pesado bastante interesante, siendo apadrinados por Lito Nebbia.
Un fenómeno singular que pienso desarrollar en otro capítulo es el rock en la ciudad de La Plata, que por otro lado me toca más de cerca, y que contaba entonces con bandas como La Cofradía de la Flor Solar y Diplodocum, Red & Brown, que serían los antecesores directos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
11.21.2006
Manal
En un principio a ellos los llamaban Ricota, y ese nombre no era adrede. La similitud con la crema, no era solamente en la denominación sino que al igual que el legendario Cream de Clapton, Bruce y Baker, ellos también eran un trío de blues. En aquellas épocas a la formación de tres, se le tenía miedo, y cuando este se perdía, se imponía un soberbio respeto. Tres instrumentos deben sonar muy bien para que en la totalidad no se sienta el vacío, ni para que se evidencien ciertas falencias. El acompañamiento de una segunda guitarra o la presencia de un órgano muchas veces puede hacer pasar desapercibido el problema, pero cuando esto no está es cuando uno puede apreciar mucho más las virtudes de ciertos músicos, y creo que Manal fue una de esas formaciones donde el talento estaba mucho más que presente.
El trío se forma en el 68 con Javier Martínez, un batero con un estilo bastante peculiar, con gran acercamiento a los ritmos afro, y con una voz ronca como la de un negro, Claudio Gabis, un guitarrista con mucho conocimiento acerca del blues, con una precisión técnica que era inusual para esa época y Alejandro Medina, un tremendo bajista con mucho soul, una digitación impresionante y que era capaz de rasguear con su instrumento en un ritmo casi infernal, sumado a tener una voz también grave como la de los negros.
En 1968 graban su primer simple Para ser un hombre más y Que pena me das, en el sello Mandioca, en 1969 el segundo, No pibe y Necesito un amor, para grabar en 1970, su primer larga duración, donde se van a encontrar temas como Avellaneda Blues, Todo el día me pregunto, Jugo de tomate, Avenida Rivadavia, Una casa con diez pinos, Porque hoy nací e Informe de un día.
El trío cambiará de sello discográfico y a la vez se va a inclinar a un estilo mucho más pesado, al estilo del hard rock que se iba imponiendo en Inglaterra con Led Zeppelín, sin abandonar el blues. Su simple Doña Laura- Elena editado por la RCA, será muestra de ello, y mucho más su nuevo álbum del 71, El león, donde habrá rocks pesados como No hay tiempo de más, Hoy todo anda bien, pero también temas como el Blues de la amenaza nocturna y un candombe de Medina llamado Soy del sol.
Además de demostrar que se podía cantar blues en castellano, Manal nos presentó en sus letras una poesía urbana de alguna forma emparentada con la poesía tanguera, pero donde aparecerían algunos elementos recurrentes propios a la generación de la cual eran parte, el problema de la soledad en los grandes ciudades, el tiempo, la impostura reinante, la rutina, la competencia, etc.
Manal va a correr la misma suerte que Almendra, y también van a separarse bastante pronto, pero a diferencia del multiplicarse que decía Spinetta con respecto a su ex grupo, los miembros del trío se van a integrar a otras formaciones tales como la de Billy Bond y la Pesada, metiendo una densidad en el nuevo rock que a mi entender sin ellos ni Pappo no hubiera sido posible.
Almendra
En 1967 cuatro chicos del barrio de Belgrano, y además compañeros de la secundaria, conformaban una de esas bandas que van a poner su sello dentro del mito originario del rock nacional. El flaco Luis Alberto Spinetta, Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García van a constituir Almendra. En 1968 van a grabar su primer simple. “Tema de Pototo” y “El mundo entre las manos”, paradójicamente, el primero va a ser bastante conocido, debido a la interpretación que de él hiciera el actor devenido cantante Leonardo Favio, cuando de la banda apenas sonaba su nombre.
De todas formas Almendra comenzó a abrirse camino, con un estilo de música con ingredientes de la canción y el soft rock, pero principalmente con las letras de Spinetta, que con todo derecho podemos denominar como poesía. Con un estilo plagado de un lirismo surrealista de un muy alto vuelo, plasmando en él, un sentimiento subjetivo presente en gran parte de los jóvenes de entonces. Si Manal en sus letras nos mostraba una descripción de la realidad cruda, y una crítica bastante efectiva a ciertas conductas sociales, Almendra nos mostraba más el mundo interior de todos aquellos jóvenes críticos del Establishment.
En 1969 editan su primer larga duración con temas inmortales como Muchacha ojos de papel, Plegaria para un niño dormido, Figuración, Ana no duerme, entre otros. En 1970 vuelven a grabar esta vez su álbum doble, donde el grupo va a inscribir su producción en un estilo mucho más rockero, sin perder en absoluto su estilo propio, pero dándole a su vez bastante privilegio a lo instrumental. Temas como Parvas, Agnus Dei, Rutas Argentinas, Toma el tren hacia el sur serán de esos temas más recordados.
Almendra tuvo una vida efímera ya que a fines del año 70 se separaran, tras haber participado del primer BARock, en el velódromo.
El flaco va a formar Pescado Rabioso, Edelmiro a Color Humano, mientras que Emilio del Guercio y Rodolfo García serán parte de otra gran banda que se llamó Aquelarre. En un reportaje de aquella época Spinetta va a decir algo que creo no fue una simple metáfora, “Almendra no se separó sino que se multiplica”. Y creo que decir eso era tener plena conciencia del desarrollo de un movimiento aún incipiente, donde el grupo escindido era uno de esos pilares principales de los cuales comenzaba la ramificación.
11.18.2006
Algunos emprendimientos: Mandioca, Pelo, Fonum.
La constitución de un movimiento de rock, necesita de otros elementos que no sean solamente sus intérpretes y audiencia, sino también de herramientas tecnológicas, comunicacionales, de organización, etc. En este sentido esto será un simple esbozo de algo que debiera desarrollarse de forma mucho más minuciosa y documentada. Por lo pronto esto será solamente un simple rescate de algunos emprendimientos que a mi entender fueron decisivos en aquel tiempo.
En 1968 se crea el primer sello discográfico argentino dedicado exclusivamente a dar sitio a músicos de rock. Mandioca fue hecho por Jorge Álvarez y Pedro Pujó y sino hubiera existido un sello independiente de estas características, es posible que bandas como Manal y Vox Dei, y solistas como Moris no hubieran podido nunca editar un disco. Cuando el rock comenzó a ganar adeptos, los sellos monopólicos se interesaron en aquellos artistas a los cuales un tiempo atrás les habían cerrado la puerta.
Contar en aquellos tiempos con equipos de sonido apropiados del tipo Marshall o Fender, era un privilegio no accesible a la mayoría de los músicos, y fue allí donde muchos comenzaron a utilizar los anaranjados Fonum, que construía en City Bell, un ingeniero de sonido llamado Omar Rojas, que no era un simple técnico sino alguien ligado al rock a través de la Cofradía de la Flor Solar.
Las herramientas de comunicación gráfica en aquel entonces resultaban de suma importancia, en un tiempo donde no existía Internet por ejemplo, y donde se leía y consumía mucho más el formato revista. Osvaldo Daniel Ripoll crea en 1969 la revista Pelo, que a mi entender es bastante decisiva en la conformación del nuevo movimiento. Si bien habían existido previamente otras como Pinap o La Bella Gente, es Pelo quien establece líneas de demarcación bien contundentes, entre lo que viene desarrollándose a partir de la Cueva y todo lo demás. Pelo ya no habla de música beat, y concretamente delimita entre la música progresiva y la complaciente o comercial. En las notas a bandas de Inglaterra o los Estados Unidos ya no van a aparecer intérpretes como los Tremeloes ni los Beach Boys, sino que se va a ocupar de músicos que algunas de las veces eran underground en sus propios países. En este sentido rescata las influencias principales de los pioneros de la Cueva, y se da una tarea de investigación que en muchas oportunidades les va a permitir a los jóvenes rockeros locales descubrir aquello que solamente se conseguía por acá como discos importados, ya que los sellos locales no los editaban. Otra preocupación principal de Pelo era además de lo musical, el desarrollo de las pautas ideológicas que inspiraban al progessive rock.
En 1970 la revista organiza en el Velódromo Municipal de Buenos Aires ubicado en los bosques de Palermo, el primer festival B. A. Rock, dedicado exclusivamente a la música progresiva local, y que se repetirá los años subsiguiente, alcanzando interesantes niveles de convocatoria.
En 1968 se crea el primer sello discográfico argentino dedicado exclusivamente a dar sitio a músicos de rock. Mandioca fue hecho por Jorge Álvarez y Pedro Pujó y sino hubiera existido un sello independiente de estas características, es posible que bandas como Manal y Vox Dei, y solistas como Moris no hubieran podido nunca editar un disco. Cuando el rock comenzó a ganar adeptos, los sellos monopólicos se interesaron en aquellos artistas a los cuales un tiempo atrás les habían cerrado la puerta.
Contar en aquellos tiempos con equipos de sonido apropiados del tipo Marshall o Fender, era un privilegio no accesible a la mayoría de los músicos, y fue allí donde muchos comenzaron a utilizar los anaranjados Fonum, que construía en City Bell, un ingeniero de sonido llamado Omar Rojas, que no era un simple técnico sino alguien ligado al rock a través de la Cofradía de la Flor Solar.
Las herramientas de comunicación gráfica en aquel entonces resultaban de suma importancia, en un tiempo donde no existía Internet por ejemplo, y donde se leía y consumía mucho más el formato revista. Osvaldo Daniel Ripoll crea en 1969 la revista Pelo, que a mi entender es bastante decisiva en la conformación del nuevo movimiento. Si bien habían existido previamente otras como Pinap o La Bella Gente, es Pelo quien establece líneas de demarcación bien contundentes, entre lo que viene desarrollándose a partir de la Cueva y todo lo demás. Pelo ya no habla de música beat, y concretamente delimita entre la música progresiva y la complaciente o comercial. En las notas a bandas de Inglaterra o los Estados Unidos ya no van a aparecer intérpretes como los Tremeloes ni los Beach Boys, sino que se va a ocupar de músicos que algunas de las veces eran underground en sus propios países. En este sentido rescata las influencias principales de los pioneros de la Cueva, y se da una tarea de investigación que en muchas oportunidades les va a permitir a los jóvenes rockeros locales descubrir aquello que solamente se conseguía por acá como discos importados, ya que los sellos locales no los editaban. Otra preocupación principal de Pelo era además de lo musical, el desarrollo de las pautas ideológicas que inspiraban al progessive rock.
En 1970 la revista organiza en el Velódromo Municipal de Buenos Aires ubicado en los bosques de Palermo, el primer festival B. A. Rock, dedicado exclusivamente a la música progresiva local, y que se repetirá los años subsiguiente, alcanzando interesantes niveles de convocatoria.
11.15.2006
El blues en el Río de la Plata
La irrupción del blues por estos lugares se produjo tempranamente, ya que habían transcurrido muy pocos años desde que en Inglaterra emergiera lo que fue llamado “blues blanco”. El principal referente era John Mayall, que con su banda, los “Bluesbreakers”, por donde pasaran Eric Clapton, Peter Green, Mick Taylor, por hacer nombres de guitarristas solamente, venían desarrollando un blues con características propias con respecto al nacido en Estados Unidos, mucho tiempo antes, como resultado estético musical del lamento del esclavo negro, ante la opresión del amo blanco. En el caso del blues en Inglaterra se trataba de música hecha por blancos provenientes de los sectores populares de su país, sumado a una nueva característica de ejecución instrumental electrificada, propia al rock que emergía por entonces en forma de grupos, y ya no solamente en formato solista, como había sido común en la década del 50. Otros referentes de este blues fueron el trío Cream, Fleetwood Mac, Canned Heat, entre otros.
Me parece de suma importancia hacer la referencia anterior ya que es casi una evidencia que ella sería una de las principales fuentes de las cuales tomaron inspiración, nuestros primeros bluesmen, principalmente para los integrantes de Manal, Javier Martínez, Claudio Gabis, Alejandro Medina y también Pappo. Poco a poco esta influencia iba a sumar al nuevo sonido que se iba imponiendo en Inglaterra y Estados Unidos, uno mucho más potente y sofisticado como lo era el de Led Zeppelín o Jimi Hendrix, aunque hacerlo de esa forma por estos sitios, conllevaba un impedimento material bien delimitado. En un país tercermundista como la Argentina, no era posible contar con la tecnología apropiada tal como se desarrollaba en el primer mundo, y esto a la hora de montar un recital o ingresar en un estudio de grabación resultaba una verdadera evidencia. Estoy convencido que nuestros primeros músicos del género eran tremendamente conscientes de esta contradicción, y no obviarla fue decisivo para todo el desarrollo posterior. Otra cosa que se pasa por alto es que no todo músico de rock de entonces contaba con las facilidades para tener un instrumento apropiado, y que muchos de ellos los compartían, al menos para recitales importantes.
Otra cosa que considero de suma importancia en aquellos inicios es que la mayoría no se encerraba en el intento de hacer una réplica de lo que pasaba en Inglaterra o los Estados Unidos, sino que estableciendo la principal fuente, se intentaba rastrear en elementos de nuestra música, por ejemplo el tango, las huellas del paso fugaz de la cultura africana. Es así como se iba a encontrar en el candombe, o la milonga porteña, algunos elementos que se iban a plasmar en las distintas producciones.
Que aquellos pioneros no hayan querido solamente realizar una copia de lo que venía sucediendo en otros lugares es mucho más evidente en la actitud de cantar blues en castellano, y con un contenido bastante peculiar, ya que el blues en español, en muchas cosas recordaba a las letras del tango. “Avellaneda Blues” de Manal, es un paisaje poético hecho música, comparable al “Sur” de Homero Manzi, plasmado en el compás del dos por cuatro.
Creo que hacer un análisis de las letras de entonces, conlleva un capítulo aparte.
Me parece de suma importancia hacer la referencia anterior ya que es casi una evidencia que ella sería una de las principales fuentes de las cuales tomaron inspiración, nuestros primeros bluesmen, principalmente para los integrantes de Manal, Javier Martínez, Claudio Gabis, Alejandro Medina y también Pappo. Poco a poco esta influencia iba a sumar al nuevo sonido que se iba imponiendo en Inglaterra y Estados Unidos, uno mucho más potente y sofisticado como lo era el de Led Zeppelín o Jimi Hendrix, aunque hacerlo de esa forma por estos sitios, conllevaba un impedimento material bien delimitado. En un país tercermundista como la Argentina, no era posible contar con la tecnología apropiada tal como se desarrollaba en el primer mundo, y esto a la hora de montar un recital o ingresar en un estudio de grabación resultaba una verdadera evidencia. Estoy convencido que nuestros primeros músicos del género eran tremendamente conscientes de esta contradicción, y no obviarla fue decisivo para todo el desarrollo posterior. Otra cosa que se pasa por alto es que no todo músico de rock de entonces contaba con las facilidades para tener un instrumento apropiado, y que muchos de ellos los compartían, al menos para recitales importantes.
Otra cosa que considero de suma importancia en aquellos inicios es que la mayoría no se encerraba en el intento de hacer una réplica de lo que pasaba en Inglaterra o los Estados Unidos, sino que estableciendo la principal fuente, se intentaba rastrear en elementos de nuestra música, por ejemplo el tango, las huellas del paso fugaz de la cultura africana. Es así como se iba a encontrar en el candombe, o la milonga porteña, algunos elementos que se iban a plasmar en las distintas producciones.
Que aquellos pioneros no hayan querido solamente realizar una copia de lo que venía sucediendo en otros lugares es mucho más evidente en la actitud de cantar blues en castellano, y con un contenido bastante peculiar, ya que el blues en español, en muchas cosas recordaba a las letras del tango. “Avellaneda Blues” de Manal, es un paisaje poético hecho música, comparable al “Sur” de Homero Manzi, plasmado en el compás del dos por cuatro.
Creo que hacer un análisis de las letras de entonces, conlleva un capítulo aparte.
Las primeras bandas: los Beatniks y los Gatos
Como ya fue historiografiado anteriormente, el 2 de junio de 1966, se produjo la edición del primer disco simple del rock nacional. Los Beatniks, formados ese mismo año, editan “Rebelde” y “No finjas más”.
La banda estaba formada por Mauricio Birabent (Moris), Javier Martínez, Pajarito Zaguri, Antonio Pérez Estévez y Jorge Navarro. El grupo se disolvió pronto.
Vale destacar que el nombre que tomó esta formación provenía de un movimiento literario formado en Estados Unidos al final de los 40. La traducción “derrotados”, expresaba antes que nada un fuerte contenido en contra de las pautas de vida americana, resaltadas en una visión cruda y con componentes muy ácidos.
En 1967, se va a producir el primer éxito discográfico del incipiente movimiento. Desde Rosario, habían llegado los Gatos, integrados por Lito Nebbia, Oscar Moro, Ciro Fogliatta, Alfredo Toth y Kay Galiffi. Ellos editan los temas “La balsa” y “Ayer nomás”, vendiendo más de 200 mil placas. El primero, tema principal del simple, iba a ser composición de Nebbia y Tanguito, mientras que el segundo era una composición de Moris con letra arreglada por Lito Nebbia a la inicial de Pipo Lernoud. El tema original iba a ser conocido posteriormente con la edición del álbum de Moris “Treinta minutos de vida”. La banda se iba a separar en 1969, para volver a juntarse en 1970, en una versión mucho más rockera, donde se notaba la presencia de su nuevo guitarrista: Norberto Napolitano, el inmortal Pappo.
1968 va a ser el año de aparición de las dos bandas que fueran a marcar más que ningunas otras, el futuro del movimiento, Manal y Almendra, con estilos bastante diferentes, blues con letras urbanas de alto contenido social, el primero y el rock canción con una poesía surrealista de muy alto vuelo el segundo.
La banda estaba formada por Mauricio Birabent (Moris), Javier Martínez, Pajarito Zaguri, Antonio Pérez Estévez y Jorge Navarro. El grupo se disolvió pronto.
Vale destacar que el nombre que tomó esta formación provenía de un movimiento literario formado en Estados Unidos al final de los 40. La traducción “derrotados”, expresaba antes que nada un fuerte contenido en contra de las pautas de vida americana, resaltadas en una visión cruda y con componentes muy ácidos.
En 1967, se va a producir el primer éxito discográfico del incipiente movimiento. Desde Rosario, habían llegado los Gatos, integrados por Lito Nebbia, Oscar Moro, Ciro Fogliatta, Alfredo Toth y Kay Galiffi. Ellos editan los temas “La balsa” y “Ayer nomás”, vendiendo más de 200 mil placas. El primero, tema principal del simple, iba a ser composición de Nebbia y Tanguito, mientras que el segundo era una composición de Moris con letra arreglada por Lito Nebbia a la inicial de Pipo Lernoud. El tema original iba a ser conocido posteriormente con la edición del álbum de Moris “Treinta minutos de vida”. La banda se iba a separar en 1969, para volver a juntarse en 1970, en una versión mucho más rockera, donde se notaba la presencia de su nuevo guitarrista: Norberto Napolitano, el inmortal Pappo.
1968 va a ser el año de aparición de las dos bandas que fueran a marcar más que ningunas otras, el futuro del movimiento, Manal y Almendra, con estilos bastante diferentes, blues con letras urbanas de alto contenido social, el primero y el rock canción con una poesía surrealista de muy alto vuelo el segundo.
11.14.2006
En el principio fue La Cueva. El movimiento en movimiento...
De ser un sitio de encuentro de músicos de jazz, la Cueva se fue convirtiendo en el primer lugar de Argentina, donde se comenzaban a nuclear los pioneros del rock nacional. Allí convergían el gordo Billy Bond, los hermanos Fatorusso de la banda uruguaya Los Shakers, Tanguito, Moris, Javier Martinez, Pajarito Zaguri, Miguel Abuelo, Litto Nebbia entre otros.
Señalo como de gran importancia, distinguir toda esta movida cuevera, de lo que comenzaba también a desarrollarse en la Argentina, bajo el mismo rótulo: música Beat, que consistía simplemente en un género simple que no complicaba demasiado al pensamiento pero que era especialmente apto para bailar. El incipiente movimiento de rock era partidario de una música que además de entrar por los oídos, ingresara en la cabeza, y no solamente por los pies. En este sentido se encuentra una de las ideas fuerza, que hicieran de las letras uno de los contenidos más importantes, y que por la misma razón se logró desmitificar esa idea de que el rock o el blues solamente podían cantarse en inglés. Entonado en un lenguaje poco comprensible, este género perdería la mayor parte de su sentido contestatario y revulsivo. Tampoco se podía cantar en español, diciendo todas esas cosas que a nadie les molesta y que refuerzan mucho más la alienación social. Es importante recordar que los grupos de música beat denominada comercial o complaciente, también cantaban en castellano, pero con un sentido completamente opuesto.
Las influencias musicales que formaron a estos pioneros creo que son fundamentales para entender la conformación de las distintas variantes que se fueron configurando a partir de ahí, aunque estoy convencido que hay un denominador común de todo ello. Ya que si bien Manal no fue lo mismo que Almendra, el sonido que iba a emerger después de pasados pocos años, por ejemplo con Billy Bond y la Pesada del Rock, Pescado Rabioso o Pappo´s Blues, para nombrar sólo algunos, iba a encontrarse en un punto de mucho mayor proximidad y convergencia. Intuyo que el sorprendente fenómeno que fueron Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, generando un verdadero movimiento juvenil de masas, fue porque llegaron tal vez a ser los verdaderos herederos de aquella escena original, emparentada si bien no desde su inicio, con la legendaria y emblemática Cofradía de la Flor Solar, nacida en La Plata. En este sentido me parece de suma importancia el rastrear en la historia todo aquello relacionado a fusiones de músicos en diferentes bandas, ya que tras la disolución de Manal, Almendra y Los Gatos, vamos ver que muchos de sus integrantes iban a confluir en otras formaciones, donde a su vez iban a aparecer, nuevas caras de notable importancia. Para dar un ejemplo David Lebón, formó parte de Pappo´s Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, La Pesada del Rock y Polifemo, para formar parte años después de aquella superbanda que se llamó Serú Girán, o un Moro que de haber sido el batero de Los Gatos, pasó a integrar Huinca, la Máquina de Hacer Pájaros y confluir también en Serú.
Señalo como de gran importancia, distinguir toda esta movida cuevera, de lo que comenzaba también a desarrollarse en la Argentina, bajo el mismo rótulo: música Beat, que consistía simplemente en un género simple que no complicaba demasiado al pensamiento pero que era especialmente apto para bailar. El incipiente movimiento de rock era partidario de una música que además de entrar por los oídos, ingresara en la cabeza, y no solamente por los pies. En este sentido se encuentra una de las ideas fuerza, que hicieran de las letras uno de los contenidos más importantes, y que por la misma razón se logró desmitificar esa idea de que el rock o el blues solamente podían cantarse en inglés. Entonado en un lenguaje poco comprensible, este género perdería la mayor parte de su sentido contestatario y revulsivo. Tampoco se podía cantar en español, diciendo todas esas cosas que a nadie les molesta y que refuerzan mucho más la alienación social. Es importante recordar que los grupos de música beat denominada comercial o complaciente, también cantaban en castellano, pero con un sentido completamente opuesto.
Las influencias musicales que formaron a estos pioneros creo que son fundamentales para entender la conformación de las distintas variantes que se fueron configurando a partir de ahí, aunque estoy convencido que hay un denominador común de todo ello. Ya que si bien Manal no fue lo mismo que Almendra, el sonido que iba a emerger después de pasados pocos años, por ejemplo con Billy Bond y la Pesada del Rock, Pescado Rabioso o Pappo´s Blues, para nombrar sólo algunos, iba a encontrarse en un punto de mucho mayor proximidad y convergencia. Intuyo que el sorprendente fenómeno que fueron Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, generando un verdadero movimiento juvenil de masas, fue porque llegaron tal vez a ser los verdaderos herederos de aquella escena original, emparentada si bien no desde su inicio, con la legendaria y emblemática Cofradía de la Flor Solar, nacida en La Plata. En este sentido me parece de suma importancia el rastrear en la historia todo aquello relacionado a fusiones de músicos en diferentes bandas, ya que tras la disolución de Manal, Almendra y Los Gatos, vamos ver que muchos de sus integrantes iban a confluir en otras formaciones, donde a su vez iban a aparecer, nuevas caras de notable importancia. Para dar un ejemplo David Lebón, formó parte de Pappo´s Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, La Pesada del Rock y Polifemo, para formar parte años después de aquella superbanda que se llamó Serú Girán, o un Moro que de haber sido el batero de Los Gatos, pasó a integrar Huinca, la Máquina de Hacer Pájaros y confluir también en Serú.
Presentación
La idea de este blog es realizar un pequeño aporte a uno de los fenómenos sociales de mayor trascendencia en la Argentina, no solamente como hecho musical, sino principalmente como una cultura que se extendió en el tiempo hasta el presente.
Desde su inicio casi mítico por la mitad de los sesenta, allá en la emblemática “Cueva” de la calle Pueyrredón, donde una pequeña minoría de jóvenes rebeldes se nucleaban para hacer música de rock n´roll, en una actitud netamente vanguardista, ellos iban a lograr establecer las características principales del sonido que va a llenar estadios de fútbol, con igual magnitud que un clásico River- Boca.
Los sesenta
Por mediados de los años sesenta en el mundo se comenzaban a respirar nuevos aires. Se iba produciendo rápidamente un desencanto general hacia el llamado estado de bienestar, y esto iba pegar duramente en los sectores juveniles de entonces, quizás de una forma que no es igualable a ninguna otra generación del siglo veinte, y Buenos Aires no fue ninguna excepción.
Algunos sostienen que en esos tiempos se vivió una profunda e inconclusa revolución cultural, que podríamos circunscribir a una multiplicidad de manifestaciones tanto políticas como artísticas, literarias, musicales, pasando por nuevos ensayos de organización social, como fueron las comunidades hippies o las comunas populares chinas.
A Buenos Aires desembarcaron tanto el Pop Art, el happening, el psicoanálisis lacaniano, las nuevas vanguardias del pensamiento marxista, el rock, mientras se imponía la literatura de Cortazar, y el Che Guevara tomaba las armas en la selva boliviana. Una muestra cabal de la nueva estética fue la existencia del Instituto Di Tella donde se daban cita los artistas de avanzada.
La aparición del grupo de jóvenes músicos e intelectuales que hicieron de La Cueva, su punto de encuentro, no es un acontecimiento aislado de todo ese contexto social, cultural e ideológico, sino el resultado legítimo de la integración de parte de esos nuevos aires que soplaban por el mundo, con una cultura bastante susceptible a las nuevas tendencias de vanguardia.
Uno de los personajes claves de los que se daban cita en la Cueva, Pipo Lernoud, escribió en la Revista La Mano:
“Fue en la Cueva donde empezó realmente el rock nacional. Sin el fermento de La Cueva, esa mezcla de influencias musicales, literarias e ideológicas, nuestro rock hubiera sido uno más en el continente, otro reflejo pálido de las ideas anglosajonas. Sin La Cueva no hubiera habido Avellaneda blues, ni De Nada Sirve, ni La Balsa. Y toda la historia que viene detrás, desde Charly García a Sumo, desde Los Redondos hasta Spinetta, está teñida con las inquietudes ambiciosas de los locos de La Cueva. No hay en el Continente, con la excepción de Brasil, una historia de rock, poesía y desafío como en la Argentina, y tampoco la hay en Europa fuera de Inglaterra. Porque el aislamiento cultural al que nos sometieron las sucesivas dictaduras y la multiplicidad de las influencias del rock, produjeron un híbrido original que nació ahí, a fines del 65 y comienzos del 66, cuando el mundo dejó sus viejos "conjuntos" abandonó el sueño de triunfar en la Escala Musical y salió a caminar por la avenida Pueyrredón, desde La Cueva a La Perla, para empezar a escribir una historia diferente.”
Desde su inicio casi mítico por la mitad de los sesenta, allá en la emblemática “Cueva” de la calle Pueyrredón, donde una pequeña minoría de jóvenes rebeldes se nucleaban para hacer música de rock n´roll, en una actitud netamente vanguardista, ellos iban a lograr establecer las características principales del sonido que va a llenar estadios de fútbol, con igual magnitud que un clásico River- Boca.
Los sesenta
Por mediados de los años sesenta en el mundo se comenzaban a respirar nuevos aires. Se iba produciendo rápidamente un desencanto general hacia el llamado estado de bienestar, y esto iba pegar duramente en los sectores juveniles de entonces, quizás de una forma que no es igualable a ninguna otra generación del siglo veinte, y Buenos Aires no fue ninguna excepción.
Algunos sostienen que en esos tiempos se vivió una profunda e inconclusa revolución cultural, que podríamos circunscribir a una multiplicidad de manifestaciones tanto políticas como artísticas, literarias, musicales, pasando por nuevos ensayos de organización social, como fueron las comunidades hippies o las comunas populares chinas.
A Buenos Aires desembarcaron tanto el Pop Art, el happening, el psicoanálisis lacaniano, las nuevas vanguardias del pensamiento marxista, el rock, mientras se imponía la literatura de Cortazar, y el Che Guevara tomaba las armas en la selva boliviana. Una muestra cabal de la nueva estética fue la existencia del Instituto Di Tella donde se daban cita los artistas de avanzada.
La aparición del grupo de jóvenes músicos e intelectuales que hicieron de La Cueva, su punto de encuentro, no es un acontecimiento aislado de todo ese contexto social, cultural e ideológico, sino el resultado legítimo de la integración de parte de esos nuevos aires que soplaban por el mundo, con una cultura bastante susceptible a las nuevas tendencias de vanguardia.
Uno de los personajes claves de los que se daban cita en la Cueva, Pipo Lernoud, escribió en la Revista La Mano:
“Fue en la Cueva donde empezó realmente el rock nacional. Sin el fermento de La Cueva, esa mezcla de influencias musicales, literarias e ideológicas, nuestro rock hubiera sido uno más en el continente, otro reflejo pálido de las ideas anglosajonas. Sin La Cueva no hubiera habido Avellaneda blues, ni De Nada Sirve, ni La Balsa. Y toda la historia que viene detrás, desde Charly García a Sumo, desde Los Redondos hasta Spinetta, está teñida con las inquietudes ambiciosas de los locos de La Cueva. No hay en el Continente, con la excepción de Brasil, una historia de rock, poesía y desafío como en la Argentina, y tampoco la hay en Europa fuera de Inglaterra. Porque el aislamiento cultural al que nos sometieron las sucesivas dictaduras y la multiplicidad de las influencias del rock, produjeron un híbrido original que nació ahí, a fines del 65 y comienzos del 66, cuando el mundo dejó sus viejos "conjuntos" abandonó el sueño de triunfar en la Escala Musical y salió a caminar por la avenida Pueyrredón, desde La Cueva a La Perla, para empezar a escribir una historia diferente.”
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