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Como en la Carta Robada de Edgar Allan Poe, lo que se encuentra muy cerca y está casi a la mano, se transforma en lo menos visible, y eso hace que por más que se sepa de su importancia, no se le otorgue la que realmente tiene. Nuestro movimiento de rock habiendo cumplido cuarenta años de existencia, es quizás el tercero en importancia después de Estados Unidos e Inglaterra. Por historia, por cultura, por cantidad de bandas, por haberse integrado a las diferentes generaciones, el rock argentino es un híbrido bastante interesante, tanto por el sitio geográfico donde se fue a desarrollar, por haberse planteado cantar en castellano y porque en el momento de su aparición, resultaba una acalorada utopía que fuera conocido mucho más allá de nuestras propias fronteras. El mercado discográfico latinoamericano o español para ese entonces no era para nada, un espacio propicio para su propagación. Con respecto al mercado propiamente inglés o estadounidense, poder irrumpir ahí era casi imposible, ya que se cantaba en otro idioma, nuestra música era bastante underground, se contaba con pocos recursos tecnológicos y por otro lado lo nuestro solamente existía en una lejanía exótica. Las bandas que lograban meterse en esos rankings, siendo canadienses, holandesas o suecas lo hacían cantando en inglés. Si bien el rock logró entrar en Europa, por fuera de Inglaterra nunca alcanzó un gran desarrollo, hablando siempre de un movimiento que vaya generando bandas, un público especial, y una cultura subyacente.
Esta idea me venía rondando la cabeza cuando me topé con una nota de la Revista Rolling Stone (octubre 2006), realizada por Juan Ortelli, donde dice que la avanzada psicodélica yanqui busca inspiración en Spinetta, Pappo y todo nuestro rock de aquellas épocas. Noel Harmonson, vocalista de los Comets on Fire dice ahí: “Algunos de mis amigos y yo creemos que los discos de ese período particular del rock argentino (fines de los 60, principios de los 70) están entre los mejores del rock n´roll de todos los tiempos. Por su...sensibilidad.”
Todos los que en ese entonces escuchábamos esa música, creo que soñábamos con que a un Pappo, o a un Pescado Rabioso o a un Billy Bond y la pesada, los pudiesen llegar a escuchar en las metróplis del rock, y esto porque estábamos convencidos que no iban a desafinar. Este convencimiento lleva ya cuarenta años y es por esto que rescatar la etapa inaugural debe ser completamente necesario.
Es también por eso que páginas como Incunables Posludios, Puentes Amarillos y tantas otras, no solamente alojan esa música sino que al ella estar ahí presente, se convierte en un disparador cultural de gran importancia, y mucho más cuando la industria discográfica sólo se encarga de editar lo consumible.