El año 1970 representó una nueva vuelta de tuerca para el incipiente movimiento. Hasta ese momento el rock del sur, se venía desarrollando de manera casi lacunar, en fragmentos, como un nuevo fenómeno no totalmente unificado. No todas las bandas que iban apareciendo estaban conformadas por ex parroquianos de la Cueva, y muchos de los nuevos rockeros ni siquiera se conocían. El primer festival Buenos Aires Rock organizado por Pelo, tuvo mucho que ver con esto, pero también hay que tener en cuenta que sin una cierta unificación previa, esto hubiera sido algo endeblemente atado con piolines.
Aquel año además implicó una cierta redefinición del estilo musical, muchos de los grupos adoptaran un sonido mucho más rockero. Los Gatos se volvieron a unir, pero esta vez con Pappo como guitarrista, editando temas como El rock de la mujer perdida y Mujer de carbón. Anteriormente ya habíamos señalado que Almendra también iba a seguir un rumbo similar. Recuerdo que por aquellas épocas algunos homologaban a Rutas Argentinas de Almendra y al mencionado Mujer de carbón, con el tema de Canned Heat, Let´s work together que esa banda hiciera en el festival de Woodstock. Simplemente se trataba de un ritmo similar y con los tres tonos clásicos.
Manal también comenzaba un viraje hacia el hard rock. Desde Quilmes llegaba una banda como Vox Dei, que ese mismo año editaría “Caliente”, su primer álbum para el sello Mandioca. Ya estaban La Barra de chocolate y Arco Iris, mientras aparecían bandas como Alma y Vida, que irían a integrar elementos del jazz con el rock, al estilo de lo que hacían bandas como Chicago y Blood, Sweat & Tears. Se formó un grupo que se llamó en primer momento Zandunga pero que luego iba a tomar el nombre de Katunga, intentando desarrollar un tipo de rock latino al estilo Santana. Es llamativo que una banda como La Joven Guardia, que había comenzado con un éxito discográfico como El extraño del pelo largo, de pronto cambiara de actitud incorporando letras comprometidas y haciendo rock n´roll. Los Mentales fue una banda que comenzó a desarrollar un estilo de rock pesado bastante interesante, siendo apadrinados por Lito Nebbia.
Un fenómeno singular que pienso desarrollar en otro capítulo es el rock en la ciudad de La Plata, que por otro lado me toca más de cerca, y que contaba entonces con bandas como La Cofradía de la Flor Solar y Diplodocum, Red & Brown, que serían los antecesores directos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
11.26.2006
11.21.2006
Manal
En un principio a ellos los llamaban Ricota, y ese nombre no era adrede. La similitud con la crema, no era solamente en la denominación sino que al igual que el legendario Cream de Clapton, Bruce y Baker, ellos también eran un trío de blues. En aquellas épocas a la formación de tres, se le tenía miedo, y cuando este se perdía, se imponía un soberbio respeto. Tres instrumentos deben sonar muy bien para que en la totalidad no se sienta el vacío, ni para que se evidencien ciertas falencias. El acompañamiento de una segunda guitarra o la presencia de un órgano muchas veces puede hacer pasar desapercibido el problema, pero cuando esto no está es cuando uno puede apreciar mucho más las virtudes de ciertos músicos, y creo que Manal fue una de esas formaciones donde el talento estaba mucho más que presente.
El trío se forma en el 68 con Javier Martínez, un batero con un estilo bastante peculiar, con gran acercamiento a los ritmos afro, y con una voz ronca como la de un negro, Claudio Gabis, un guitarrista con mucho conocimiento acerca del blues, con una precisión técnica que era inusual para esa época y Alejandro Medina, un tremendo bajista con mucho soul, una digitación impresionante y que era capaz de rasguear con su instrumento en un ritmo casi infernal, sumado a tener una voz también grave como la de los negros.
En 1968 graban su primer simple Para ser un hombre más y Que pena me das, en el sello Mandioca, en 1969 el segundo, No pibe y Necesito un amor, para grabar en 1970, su primer larga duración, donde se van a encontrar temas como Avellaneda Blues, Todo el día me pregunto, Jugo de tomate, Avenida Rivadavia, Una casa con diez pinos, Porque hoy nací e Informe de un día.
El trío cambiará de sello discográfico y a la vez se va a inclinar a un estilo mucho más pesado, al estilo del hard rock que se iba imponiendo en Inglaterra con Led Zeppelín, sin abandonar el blues. Su simple Doña Laura- Elena editado por la RCA, será muestra de ello, y mucho más su nuevo álbum del 71, El león, donde habrá rocks pesados como No hay tiempo de más, Hoy todo anda bien, pero también temas como el Blues de la amenaza nocturna y un candombe de Medina llamado Soy del sol.
Además de demostrar que se podía cantar blues en castellano, Manal nos presentó en sus letras una poesía urbana de alguna forma emparentada con la poesía tanguera, pero donde aparecerían algunos elementos recurrentes propios a la generación de la cual eran parte, el problema de la soledad en los grandes ciudades, el tiempo, la impostura reinante, la rutina, la competencia, etc.
Manal va a correr la misma suerte que Almendra, y también van a separarse bastante pronto, pero a diferencia del multiplicarse que decía Spinetta con respecto a su ex grupo, los miembros del trío se van a integrar a otras formaciones tales como la de Billy Bond y la Pesada, metiendo una densidad en el nuevo rock que a mi entender sin ellos ni Pappo no hubiera sido posible.
Almendra
En 1967 cuatro chicos del barrio de Belgrano, y además compañeros de la secundaria, conformaban una de esas bandas que van a poner su sello dentro del mito originario del rock nacional. El flaco Luis Alberto Spinetta, Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García van a constituir Almendra. En 1968 van a grabar su primer simple. “Tema de Pototo” y “El mundo entre las manos”, paradójicamente, el primero va a ser bastante conocido, debido a la interpretación que de él hiciera el actor devenido cantante Leonardo Favio, cuando de la banda apenas sonaba su nombre.
De todas formas Almendra comenzó a abrirse camino, con un estilo de música con ingredientes de la canción y el soft rock, pero principalmente con las letras de Spinetta, que con todo derecho podemos denominar como poesía. Con un estilo plagado de un lirismo surrealista de un muy alto vuelo, plasmando en él, un sentimiento subjetivo presente en gran parte de los jóvenes de entonces. Si Manal en sus letras nos mostraba una descripción de la realidad cruda, y una crítica bastante efectiva a ciertas conductas sociales, Almendra nos mostraba más el mundo interior de todos aquellos jóvenes críticos del Establishment.
En 1969 editan su primer larga duración con temas inmortales como Muchacha ojos de papel, Plegaria para un niño dormido, Figuración, Ana no duerme, entre otros. En 1970 vuelven a grabar esta vez su álbum doble, donde el grupo va a inscribir su producción en un estilo mucho más rockero, sin perder en absoluto su estilo propio, pero dándole a su vez bastante privilegio a lo instrumental. Temas como Parvas, Agnus Dei, Rutas Argentinas, Toma el tren hacia el sur serán de esos temas más recordados.
Almendra tuvo una vida efímera ya que a fines del año 70 se separaran, tras haber participado del primer BARock, en el velódromo.
El flaco va a formar Pescado Rabioso, Edelmiro a Color Humano, mientras que Emilio del Guercio y Rodolfo García serán parte de otra gran banda que se llamó Aquelarre. En un reportaje de aquella época Spinetta va a decir algo que creo no fue una simple metáfora, “Almendra no se separó sino que se multiplica”. Y creo que decir eso era tener plena conciencia del desarrollo de un movimiento aún incipiente, donde el grupo escindido era uno de esos pilares principales de los cuales comenzaba la ramificación.
11.18.2006
Algunos emprendimientos: Mandioca, Pelo, Fonum.
La constitución de un movimiento de rock, necesita de otros elementos que no sean solamente sus intérpretes y audiencia, sino también de herramientas tecnológicas, comunicacionales, de organización, etc. En este sentido esto será un simple esbozo de algo que debiera desarrollarse de forma mucho más minuciosa y documentada. Por lo pronto esto será solamente un simple rescate de algunos emprendimientos que a mi entender fueron decisivos en aquel tiempo.
En 1968 se crea el primer sello discográfico argentino dedicado exclusivamente a dar sitio a músicos de rock. Mandioca fue hecho por Jorge Álvarez y Pedro Pujó y sino hubiera existido un sello independiente de estas características, es posible que bandas como Manal y Vox Dei, y solistas como Moris no hubieran podido nunca editar un disco. Cuando el rock comenzó a ganar adeptos, los sellos monopólicos se interesaron en aquellos artistas a los cuales un tiempo atrás les habían cerrado la puerta.
Contar en aquellos tiempos con equipos de sonido apropiados del tipo Marshall o Fender, era un privilegio no accesible a la mayoría de los músicos, y fue allí donde muchos comenzaron a utilizar los anaranjados Fonum, que construía en City Bell, un ingeniero de sonido llamado Omar Rojas, que no era un simple técnico sino alguien ligado al rock a través de la Cofradía de la Flor Solar.
Las herramientas de comunicación gráfica en aquel entonces resultaban de suma importancia, en un tiempo donde no existía Internet por ejemplo, y donde se leía y consumía mucho más el formato revista. Osvaldo Daniel Ripoll crea en 1969 la revista Pelo, que a mi entender es bastante decisiva en la conformación del nuevo movimiento. Si bien habían existido previamente otras como Pinap o La Bella Gente, es Pelo quien establece líneas de demarcación bien contundentes, entre lo que viene desarrollándose a partir de la Cueva y todo lo demás. Pelo ya no habla de música beat, y concretamente delimita entre la música progresiva y la complaciente o comercial. En las notas a bandas de Inglaterra o los Estados Unidos ya no van a aparecer intérpretes como los Tremeloes ni los Beach Boys, sino que se va a ocupar de músicos que algunas de las veces eran underground en sus propios países. En este sentido rescata las influencias principales de los pioneros de la Cueva, y se da una tarea de investigación que en muchas oportunidades les va a permitir a los jóvenes rockeros locales descubrir aquello que solamente se conseguía por acá como discos importados, ya que los sellos locales no los editaban. Otra preocupación principal de Pelo era además de lo musical, el desarrollo de las pautas ideológicas que inspiraban al progessive rock.
En 1970 la revista organiza en el Velódromo Municipal de Buenos Aires ubicado en los bosques de Palermo, el primer festival B. A. Rock, dedicado exclusivamente a la música progresiva local, y que se repetirá los años subsiguiente, alcanzando interesantes niveles de convocatoria.
En 1968 se crea el primer sello discográfico argentino dedicado exclusivamente a dar sitio a músicos de rock. Mandioca fue hecho por Jorge Álvarez y Pedro Pujó y sino hubiera existido un sello independiente de estas características, es posible que bandas como Manal y Vox Dei, y solistas como Moris no hubieran podido nunca editar un disco. Cuando el rock comenzó a ganar adeptos, los sellos monopólicos se interesaron en aquellos artistas a los cuales un tiempo atrás les habían cerrado la puerta.
Contar en aquellos tiempos con equipos de sonido apropiados del tipo Marshall o Fender, era un privilegio no accesible a la mayoría de los músicos, y fue allí donde muchos comenzaron a utilizar los anaranjados Fonum, que construía en City Bell, un ingeniero de sonido llamado Omar Rojas, que no era un simple técnico sino alguien ligado al rock a través de la Cofradía de la Flor Solar.
Las herramientas de comunicación gráfica en aquel entonces resultaban de suma importancia, en un tiempo donde no existía Internet por ejemplo, y donde se leía y consumía mucho más el formato revista. Osvaldo Daniel Ripoll crea en 1969 la revista Pelo, que a mi entender es bastante decisiva en la conformación del nuevo movimiento. Si bien habían existido previamente otras como Pinap o La Bella Gente, es Pelo quien establece líneas de demarcación bien contundentes, entre lo que viene desarrollándose a partir de la Cueva y todo lo demás. Pelo ya no habla de música beat, y concretamente delimita entre la música progresiva y la complaciente o comercial. En las notas a bandas de Inglaterra o los Estados Unidos ya no van a aparecer intérpretes como los Tremeloes ni los Beach Boys, sino que se va a ocupar de músicos que algunas de las veces eran underground en sus propios países. En este sentido rescata las influencias principales de los pioneros de la Cueva, y se da una tarea de investigación que en muchas oportunidades les va a permitir a los jóvenes rockeros locales descubrir aquello que solamente se conseguía por acá como discos importados, ya que los sellos locales no los editaban. Otra preocupación principal de Pelo era además de lo musical, el desarrollo de las pautas ideológicas que inspiraban al progessive rock.
En 1970 la revista organiza en el Velódromo Municipal de Buenos Aires ubicado en los bosques de Palermo, el primer festival B. A. Rock, dedicado exclusivamente a la música progresiva local, y que se repetirá los años subsiguiente, alcanzando interesantes niveles de convocatoria.
11.15.2006
El blues en el Río de la Plata
La irrupción del blues por estos lugares se produjo tempranamente, ya que habían transcurrido muy pocos años desde que en Inglaterra emergiera lo que fue llamado “blues blanco”. El principal referente era John Mayall, que con su banda, los “Bluesbreakers”, por donde pasaran Eric Clapton, Peter Green, Mick Taylor, por hacer nombres de guitarristas solamente, venían desarrollando un blues con características propias con respecto al nacido en Estados Unidos, mucho tiempo antes, como resultado estético musical del lamento del esclavo negro, ante la opresión del amo blanco. En el caso del blues en Inglaterra se trataba de música hecha por blancos provenientes de los sectores populares de su país, sumado a una nueva característica de ejecución instrumental electrificada, propia al rock que emergía por entonces en forma de grupos, y ya no solamente en formato solista, como había sido común en la década del 50. Otros referentes de este blues fueron el trío Cream, Fleetwood Mac, Canned Heat, entre otros.
Me parece de suma importancia hacer la referencia anterior ya que es casi una evidencia que ella sería una de las principales fuentes de las cuales tomaron inspiración, nuestros primeros bluesmen, principalmente para los integrantes de Manal, Javier Martínez, Claudio Gabis, Alejandro Medina y también Pappo. Poco a poco esta influencia iba a sumar al nuevo sonido que se iba imponiendo en Inglaterra y Estados Unidos, uno mucho más potente y sofisticado como lo era el de Led Zeppelín o Jimi Hendrix, aunque hacerlo de esa forma por estos sitios, conllevaba un impedimento material bien delimitado. En un país tercermundista como la Argentina, no era posible contar con la tecnología apropiada tal como se desarrollaba en el primer mundo, y esto a la hora de montar un recital o ingresar en un estudio de grabación resultaba una verdadera evidencia. Estoy convencido que nuestros primeros músicos del género eran tremendamente conscientes de esta contradicción, y no obviarla fue decisivo para todo el desarrollo posterior. Otra cosa que se pasa por alto es que no todo músico de rock de entonces contaba con las facilidades para tener un instrumento apropiado, y que muchos de ellos los compartían, al menos para recitales importantes.
Otra cosa que considero de suma importancia en aquellos inicios es que la mayoría no se encerraba en el intento de hacer una réplica de lo que pasaba en Inglaterra o los Estados Unidos, sino que estableciendo la principal fuente, se intentaba rastrear en elementos de nuestra música, por ejemplo el tango, las huellas del paso fugaz de la cultura africana. Es así como se iba a encontrar en el candombe, o la milonga porteña, algunos elementos que se iban a plasmar en las distintas producciones.
Que aquellos pioneros no hayan querido solamente realizar una copia de lo que venía sucediendo en otros lugares es mucho más evidente en la actitud de cantar blues en castellano, y con un contenido bastante peculiar, ya que el blues en español, en muchas cosas recordaba a las letras del tango. “Avellaneda Blues” de Manal, es un paisaje poético hecho música, comparable al “Sur” de Homero Manzi, plasmado en el compás del dos por cuatro.
Creo que hacer un análisis de las letras de entonces, conlleva un capítulo aparte.
Me parece de suma importancia hacer la referencia anterior ya que es casi una evidencia que ella sería una de las principales fuentes de las cuales tomaron inspiración, nuestros primeros bluesmen, principalmente para los integrantes de Manal, Javier Martínez, Claudio Gabis, Alejandro Medina y también Pappo. Poco a poco esta influencia iba a sumar al nuevo sonido que se iba imponiendo en Inglaterra y Estados Unidos, uno mucho más potente y sofisticado como lo era el de Led Zeppelín o Jimi Hendrix, aunque hacerlo de esa forma por estos sitios, conllevaba un impedimento material bien delimitado. En un país tercermundista como la Argentina, no era posible contar con la tecnología apropiada tal como se desarrollaba en el primer mundo, y esto a la hora de montar un recital o ingresar en un estudio de grabación resultaba una verdadera evidencia. Estoy convencido que nuestros primeros músicos del género eran tremendamente conscientes de esta contradicción, y no obviarla fue decisivo para todo el desarrollo posterior. Otra cosa que se pasa por alto es que no todo músico de rock de entonces contaba con las facilidades para tener un instrumento apropiado, y que muchos de ellos los compartían, al menos para recitales importantes.
Otra cosa que considero de suma importancia en aquellos inicios es que la mayoría no se encerraba en el intento de hacer una réplica de lo que pasaba en Inglaterra o los Estados Unidos, sino que estableciendo la principal fuente, se intentaba rastrear en elementos de nuestra música, por ejemplo el tango, las huellas del paso fugaz de la cultura africana. Es así como se iba a encontrar en el candombe, o la milonga porteña, algunos elementos que se iban a plasmar en las distintas producciones.
Que aquellos pioneros no hayan querido solamente realizar una copia de lo que venía sucediendo en otros lugares es mucho más evidente en la actitud de cantar blues en castellano, y con un contenido bastante peculiar, ya que el blues en español, en muchas cosas recordaba a las letras del tango. “Avellaneda Blues” de Manal, es un paisaje poético hecho música, comparable al “Sur” de Homero Manzi, plasmado en el compás del dos por cuatro.
Creo que hacer un análisis de las letras de entonces, conlleva un capítulo aparte.
Las primeras bandas: los Beatniks y los Gatos
Como ya fue historiografiado anteriormente, el 2 de junio de 1966, se produjo la edición del primer disco simple del rock nacional. Los Beatniks, formados ese mismo año, editan “Rebelde” y “No finjas más”.
La banda estaba formada por Mauricio Birabent (Moris), Javier Martínez, Pajarito Zaguri, Antonio Pérez Estévez y Jorge Navarro. El grupo se disolvió pronto.
Vale destacar que el nombre que tomó esta formación provenía de un movimiento literario formado en Estados Unidos al final de los 40. La traducción “derrotados”, expresaba antes que nada un fuerte contenido en contra de las pautas de vida americana, resaltadas en una visión cruda y con componentes muy ácidos.
En 1967, se va a producir el primer éxito discográfico del incipiente movimiento. Desde Rosario, habían llegado los Gatos, integrados por Lito Nebbia, Oscar Moro, Ciro Fogliatta, Alfredo Toth y Kay Galiffi. Ellos editan los temas “La balsa” y “Ayer nomás”, vendiendo más de 200 mil placas. El primero, tema principal del simple, iba a ser composición de Nebbia y Tanguito, mientras que el segundo era una composición de Moris con letra arreglada por Lito Nebbia a la inicial de Pipo Lernoud. El tema original iba a ser conocido posteriormente con la edición del álbum de Moris “Treinta minutos de vida”. La banda se iba a separar en 1969, para volver a juntarse en 1970, en una versión mucho más rockera, donde se notaba la presencia de su nuevo guitarrista: Norberto Napolitano, el inmortal Pappo.
1968 va a ser el año de aparición de las dos bandas que fueran a marcar más que ningunas otras, el futuro del movimiento, Manal y Almendra, con estilos bastante diferentes, blues con letras urbanas de alto contenido social, el primero y el rock canción con una poesía surrealista de muy alto vuelo el segundo.
La banda estaba formada por Mauricio Birabent (Moris), Javier Martínez, Pajarito Zaguri, Antonio Pérez Estévez y Jorge Navarro. El grupo se disolvió pronto.
Vale destacar que el nombre que tomó esta formación provenía de un movimiento literario formado en Estados Unidos al final de los 40. La traducción “derrotados”, expresaba antes que nada un fuerte contenido en contra de las pautas de vida americana, resaltadas en una visión cruda y con componentes muy ácidos.
En 1967, se va a producir el primer éxito discográfico del incipiente movimiento. Desde Rosario, habían llegado los Gatos, integrados por Lito Nebbia, Oscar Moro, Ciro Fogliatta, Alfredo Toth y Kay Galiffi. Ellos editan los temas “La balsa” y “Ayer nomás”, vendiendo más de 200 mil placas. El primero, tema principal del simple, iba a ser composición de Nebbia y Tanguito, mientras que el segundo era una composición de Moris con letra arreglada por Lito Nebbia a la inicial de Pipo Lernoud. El tema original iba a ser conocido posteriormente con la edición del álbum de Moris “Treinta minutos de vida”. La banda se iba a separar en 1969, para volver a juntarse en 1970, en una versión mucho más rockera, donde se notaba la presencia de su nuevo guitarrista: Norberto Napolitano, el inmortal Pappo.
1968 va a ser el año de aparición de las dos bandas que fueran a marcar más que ningunas otras, el futuro del movimiento, Manal y Almendra, con estilos bastante diferentes, blues con letras urbanas de alto contenido social, el primero y el rock canción con una poesía surrealista de muy alto vuelo el segundo.
11.14.2006
En el principio fue La Cueva. El movimiento en movimiento...
De ser un sitio de encuentro de músicos de jazz, la Cueva se fue convirtiendo en el primer lugar de Argentina, donde se comenzaban a nuclear los pioneros del rock nacional. Allí convergían el gordo Billy Bond, los hermanos Fatorusso de la banda uruguaya Los Shakers, Tanguito, Moris, Javier Martinez, Pajarito Zaguri, Miguel Abuelo, Litto Nebbia entre otros.
Señalo como de gran importancia, distinguir toda esta movida cuevera, de lo que comenzaba también a desarrollarse en la Argentina, bajo el mismo rótulo: música Beat, que consistía simplemente en un género simple que no complicaba demasiado al pensamiento pero que era especialmente apto para bailar. El incipiente movimiento de rock era partidario de una música que además de entrar por los oídos, ingresara en la cabeza, y no solamente por los pies. En este sentido se encuentra una de las ideas fuerza, que hicieran de las letras uno de los contenidos más importantes, y que por la misma razón se logró desmitificar esa idea de que el rock o el blues solamente podían cantarse en inglés. Entonado en un lenguaje poco comprensible, este género perdería la mayor parte de su sentido contestatario y revulsivo. Tampoco se podía cantar en español, diciendo todas esas cosas que a nadie les molesta y que refuerzan mucho más la alienación social. Es importante recordar que los grupos de música beat denominada comercial o complaciente, también cantaban en castellano, pero con un sentido completamente opuesto.
Las influencias musicales que formaron a estos pioneros creo que son fundamentales para entender la conformación de las distintas variantes que se fueron configurando a partir de ahí, aunque estoy convencido que hay un denominador común de todo ello. Ya que si bien Manal no fue lo mismo que Almendra, el sonido que iba a emerger después de pasados pocos años, por ejemplo con Billy Bond y la Pesada del Rock, Pescado Rabioso o Pappo´s Blues, para nombrar sólo algunos, iba a encontrarse en un punto de mucho mayor proximidad y convergencia. Intuyo que el sorprendente fenómeno que fueron Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, generando un verdadero movimiento juvenil de masas, fue porque llegaron tal vez a ser los verdaderos herederos de aquella escena original, emparentada si bien no desde su inicio, con la legendaria y emblemática Cofradía de la Flor Solar, nacida en La Plata. En este sentido me parece de suma importancia el rastrear en la historia todo aquello relacionado a fusiones de músicos en diferentes bandas, ya que tras la disolución de Manal, Almendra y Los Gatos, vamos ver que muchos de sus integrantes iban a confluir en otras formaciones, donde a su vez iban a aparecer, nuevas caras de notable importancia. Para dar un ejemplo David Lebón, formó parte de Pappo´s Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, La Pesada del Rock y Polifemo, para formar parte años después de aquella superbanda que se llamó Serú Girán, o un Moro que de haber sido el batero de Los Gatos, pasó a integrar Huinca, la Máquina de Hacer Pájaros y confluir también en Serú.
Señalo como de gran importancia, distinguir toda esta movida cuevera, de lo que comenzaba también a desarrollarse en la Argentina, bajo el mismo rótulo: música Beat, que consistía simplemente en un género simple que no complicaba demasiado al pensamiento pero que era especialmente apto para bailar. El incipiente movimiento de rock era partidario de una música que además de entrar por los oídos, ingresara en la cabeza, y no solamente por los pies. En este sentido se encuentra una de las ideas fuerza, que hicieran de las letras uno de los contenidos más importantes, y que por la misma razón se logró desmitificar esa idea de que el rock o el blues solamente podían cantarse en inglés. Entonado en un lenguaje poco comprensible, este género perdería la mayor parte de su sentido contestatario y revulsivo. Tampoco se podía cantar en español, diciendo todas esas cosas que a nadie les molesta y que refuerzan mucho más la alienación social. Es importante recordar que los grupos de música beat denominada comercial o complaciente, también cantaban en castellano, pero con un sentido completamente opuesto.
Las influencias musicales que formaron a estos pioneros creo que son fundamentales para entender la conformación de las distintas variantes que se fueron configurando a partir de ahí, aunque estoy convencido que hay un denominador común de todo ello. Ya que si bien Manal no fue lo mismo que Almendra, el sonido que iba a emerger después de pasados pocos años, por ejemplo con Billy Bond y la Pesada del Rock, Pescado Rabioso o Pappo´s Blues, para nombrar sólo algunos, iba a encontrarse en un punto de mucho mayor proximidad y convergencia. Intuyo que el sorprendente fenómeno que fueron Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, generando un verdadero movimiento juvenil de masas, fue porque llegaron tal vez a ser los verdaderos herederos de aquella escena original, emparentada si bien no desde su inicio, con la legendaria y emblemática Cofradía de la Flor Solar, nacida en La Plata. En este sentido me parece de suma importancia el rastrear en la historia todo aquello relacionado a fusiones de músicos en diferentes bandas, ya que tras la disolución de Manal, Almendra y Los Gatos, vamos ver que muchos de sus integrantes iban a confluir en otras formaciones, donde a su vez iban a aparecer, nuevas caras de notable importancia. Para dar un ejemplo David Lebón, formó parte de Pappo´s Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, La Pesada del Rock y Polifemo, para formar parte años después de aquella superbanda que se llamó Serú Girán, o un Moro que de haber sido el batero de Los Gatos, pasó a integrar Huinca, la Máquina de Hacer Pájaros y confluir también en Serú.
Presentación
La idea de este blog es realizar un pequeño aporte a uno de los fenómenos sociales de mayor trascendencia en la Argentina, no solamente como hecho musical, sino principalmente como una cultura que se extendió en el tiempo hasta el presente.
Desde su inicio casi mítico por la mitad de los sesenta, allá en la emblemática “Cueva” de la calle Pueyrredón, donde una pequeña minoría de jóvenes rebeldes se nucleaban para hacer música de rock n´roll, en una actitud netamente vanguardista, ellos iban a lograr establecer las características principales del sonido que va a llenar estadios de fútbol, con igual magnitud que un clásico River- Boca.
Los sesenta
Por mediados de los años sesenta en el mundo se comenzaban a respirar nuevos aires. Se iba produciendo rápidamente un desencanto general hacia el llamado estado de bienestar, y esto iba pegar duramente en los sectores juveniles de entonces, quizás de una forma que no es igualable a ninguna otra generación del siglo veinte, y Buenos Aires no fue ninguna excepción.
Algunos sostienen que en esos tiempos se vivió una profunda e inconclusa revolución cultural, que podríamos circunscribir a una multiplicidad de manifestaciones tanto políticas como artísticas, literarias, musicales, pasando por nuevos ensayos de organización social, como fueron las comunidades hippies o las comunas populares chinas.
A Buenos Aires desembarcaron tanto el Pop Art, el happening, el psicoanálisis lacaniano, las nuevas vanguardias del pensamiento marxista, el rock, mientras se imponía la literatura de Cortazar, y el Che Guevara tomaba las armas en la selva boliviana. Una muestra cabal de la nueva estética fue la existencia del Instituto Di Tella donde se daban cita los artistas de avanzada.
La aparición del grupo de jóvenes músicos e intelectuales que hicieron de La Cueva, su punto de encuentro, no es un acontecimiento aislado de todo ese contexto social, cultural e ideológico, sino el resultado legítimo de la integración de parte de esos nuevos aires que soplaban por el mundo, con una cultura bastante susceptible a las nuevas tendencias de vanguardia.
Uno de los personajes claves de los que se daban cita en la Cueva, Pipo Lernoud, escribió en la Revista La Mano:
“Fue en la Cueva donde empezó realmente el rock nacional. Sin el fermento de La Cueva, esa mezcla de influencias musicales, literarias e ideológicas, nuestro rock hubiera sido uno más en el continente, otro reflejo pálido de las ideas anglosajonas. Sin La Cueva no hubiera habido Avellaneda blues, ni De Nada Sirve, ni La Balsa. Y toda la historia que viene detrás, desde Charly García a Sumo, desde Los Redondos hasta Spinetta, está teñida con las inquietudes ambiciosas de los locos de La Cueva. No hay en el Continente, con la excepción de Brasil, una historia de rock, poesía y desafío como en la Argentina, y tampoco la hay en Europa fuera de Inglaterra. Porque el aislamiento cultural al que nos sometieron las sucesivas dictaduras y la multiplicidad de las influencias del rock, produjeron un híbrido original que nació ahí, a fines del 65 y comienzos del 66, cuando el mundo dejó sus viejos "conjuntos" abandonó el sueño de triunfar en la Escala Musical y salió a caminar por la avenida Pueyrredón, desde La Cueva a La Perla, para empezar a escribir una historia diferente.”
Desde su inicio casi mítico por la mitad de los sesenta, allá en la emblemática “Cueva” de la calle Pueyrredón, donde una pequeña minoría de jóvenes rebeldes se nucleaban para hacer música de rock n´roll, en una actitud netamente vanguardista, ellos iban a lograr establecer las características principales del sonido que va a llenar estadios de fútbol, con igual magnitud que un clásico River- Boca.
Los sesenta
Por mediados de los años sesenta en el mundo se comenzaban a respirar nuevos aires. Se iba produciendo rápidamente un desencanto general hacia el llamado estado de bienestar, y esto iba pegar duramente en los sectores juveniles de entonces, quizás de una forma que no es igualable a ninguna otra generación del siglo veinte, y Buenos Aires no fue ninguna excepción.
Algunos sostienen que en esos tiempos se vivió una profunda e inconclusa revolución cultural, que podríamos circunscribir a una multiplicidad de manifestaciones tanto políticas como artísticas, literarias, musicales, pasando por nuevos ensayos de organización social, como fueron las comunidades hippies o las comunas populares chinas.
A Buenos Aires desembarcaron tanto el Pop Art, el happening, el psicoanálisis lacaniano, las nuevas vanguardias del pensamiento marxista, el rock, mientras se imponía la literatura de Cortazar, y el Che Guevara tomaba las armas en la selva boliviana. Una muestra cabal de la nueva estética fue la existencia del Instituto Di Tella donde se daban cita los artistas de avanzada.
La aparición del grupo de jóvenes músicos e intelectuales que hicieron de La Cueva, su punto de encuentro, no es un acontecimiento aislado de todo ese contexto social, cultural e ideológico, sino el resultado legítimo de la integración de parte de esos nuevos aires que soplaban por el mundo, con una cultura bastante susceptible a las nuevas tendencias de vanguardia.
Uno de los personajes claves de los que se daban cita en la Cueva, Pipo Lernoud, escribió en la Revista La Mano:
“Fue en la Cueva donde empezó realmente el rock nacional. Sin el fermento de La Cueva, esa mezcla de influencias musicales, literarias e ideológicas, nuestro rock hubiera sido uno más en el continente, otro reflejo pálido de las ideas anglosajonas. Sin La Cueva no hubiera habido Avellaneda blues, ni De Nada Sirve, ni La Balsa. Y toda la historia que viene detrás, desde Charly García a Sumo, desde Los Redondos hasta Spinetta, está teñida con las inquietudes ambiciosas de los locos de La Cueva. No hay en el Continente, con la excepción de Brasil, una historia de rock, poesía y desafío como en la Argentina, y tampoco la hay en Europa fuera de Inglaterra. Porque el aislamiento cultural al que nos sometieron las sucesivas dictaduras y la multiplicidad de las influencias del rock, produjeron un híbrido original que nació ahí, a fines del 65 y comienzos del 66, cuando el mundo dejó sus viejos "conjuntos" abandonó el sueño de triunfar en la Escala Musical y salió a caminar por la avenida Pueyrredón, desde La Cueva a La Perla, para empezar a escribir una historia diferente.”
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