Los habitantes de La Plata caminan por sus calles y principalmente por sus diagonales, sin saber la mayoría de las veces , que cuando estas fueron trazadas, sus artífices emplearon símbolos matemáticos enigmáticos, números con fracciones de decimal extraídos de la "geometría sagrada". Cualquier movimiento que uno haga puede llegar a dar la sensación de haber sido pensado de antemano, haber sido puesto en alguna estrategia oculta, y esto es tal vez lo sofisticado de la ciudad. Muchos intuyeron que habían sido pensados previamente y supusieron haber entrado en ese trayecto, en esas ecuaciones previas a su propia existencia, y por lo tanto soñaron con otro porvenir.
Si en verdad existe un rumbo subterráneo por debajo del sentido común imperante que no deja de ser socavado por aquel, sólo algunos alcanzaron a percatarse de ello y llevaron sus intuiciones adelante sin preocuparles demasiado si esto era totalmente comprendido o no, aunque muchas veces alcancen a conmover a muchos, cosa que no deja de ser un matiz más de cierto arte de vanguardia. Esto que voy diciendo no deja de ser parte de un espíritu jacobino, del cual fueran parte también los masónicos trazos con regla y compás, que hicieron de la ciudad de La Plata un sueño tangible, concreto y materializado.
Cuando uno piensa en la masividad que alcanzaran herederos de una cultura underground como Virus y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y principalmente en cuanto a la comprensión de las letras de estos últimos, entonadas por miles en sus presentaciones, se me torna totalmente ineludible la homologación de esto con los transeúntes de las diagonales, que van sin saber de las fracciones de decimal encriptadas en el diseño.