Hablar de la masividad del rock en la Argentina no necesariamente implica un elogio de éste, es más, podría incluso representar un problema de difícil resolución y hasta un indicio de cierta decadencia.
La cultura rock en sus inicios, nació como una contracultura contrahegemónica, enarbolando banderas antisistema, entroncándose con otras vanguardias estéticas tanto literarias, como pictóricas, como filosóficas, que le dieron a este movimiento un porte sumamente autónomo y con cabeza propia. La ideología rocker tenía tanto del desencanto beatnik, como del pacifismo hippie, de la revuelta del black panther y del pop- art, sumado a las inspiraciones psicodélicas, a la literatura de ciencia ficción, a la poesía surrealista y al hiperrealismo de los bluseros.
El rock no hubiera sido lo que fue si en ese entonces no hubieran estado vigentes los grandes relatos emancipatorios que agonizaron con la irrupción de la posmodernidad y transformaron al mundo en una aldea global.
Un notable crítico como Simon Frith nos dice que: "la constitución de la música rock como una industria transnacional ha dado también lugar a la constitución de una industria musical transnacional según las leyes del rock". En este sentido el rock comienza a perder su carácter revulsivo para transformarse en una gran maquinaria de producción musical transnacional, es decir en una poderosa empresa capitalista que como tal lo que necesita antes que nada es reproducir sus ganancias. De todas formas, a pesar de esto, lo más preocupante no es tanto su carácter de empresa, sino principalmente, cual es el modelo de rocker que comienza a construir.
Con respecto al tema de la contracultura, es decir al de una modalidad con respuestas contra lo establecido, estoy convencido que si esta no da pasos firmes hacia una cultura alternativa, lo más seguro es que sea absorbida por la cultura hegemónica, quitándole sus principales fundamentos, dejando solamente en pié una caricatura inofensiva.
Esto no implica una mirada escéptica acerca del rock, sino principalmente una reflexión sobre un fenómeno que merecería mucho mayor atención, ya que si queremos que esta cultura no se pierda y que tampoco se transforme en algo indeseado, inevitablemente debemos pensar sobre ello, cosa que hoy los que manejan la cosa no quieren que hagamos, y a la que paradójicamente muchos seguidores del rock suscriben.
Tal vez haya que volver a hacer vida de topos. Tal vez el mensaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en cuanto al "año sabático" sea ese.
"Tu eternidad, es no despertar" nos dicen los Divididos en su tema Vida de topos. No sea cosa de despertar sólo para no laburar más.