Miguel Ángel Peralta, más conocido como Miguel Abuelo, nacido en Munro, fue uno de aquellos pioneros del rock argentino que se daban cita en la mítica Cueva de la calle Pueyrredón.
No era un simple músico sino un autentico poeta, y un verdadero artista, que a lo largo de su vida intentaría unir la vida con la estética.
Tras haber formado a los primeros Abuelos de la Nada (banda de la que nos ocuparemos en próximo posteo) y haber grabado algunos discos simples para el sello Mandioca, emigraría en 1971 hacia Europa.
En 1973 un extraño productor israelí, radicado en Paris llamado Moshe Naim, quien era amigo de Salvador Dalí, y que siendo poseedor de una gran fortuna económica, se encargaba de promocionar el arte; Naim iría a descubrir a Miguel y quedar maravillado con su talento musical, poniéndose a su disposición para financiar su disco.
Es de esta forma como Abuelo convocaría al guitarrista platense Daniel Sbarra (futuro integrante de Virus), quien también estaba viviendo en Europa, y decidieron la conformación de la banda que llevó el nombre de Nada, la cual se iría a conformar junto al baterista Diego Rodríguez y al bajista Pinfo Garriga, quienes junto a Sbarra habían sido parte en La Plata, de Dulcemembriyo junto a Federico Moura y Luis María Canosa. La agrupación se completaría con Juan Dalera en quena y Carlos Beyris en violonchelo.
El álbum que irían a grabar se transformaría en una verdadera obra de rock progresivo, que durante muchos años se convertiría en un verdadero enigma para los argentinos ya que sólo existían por acá, muy pocos discos de vinilo, que poseían algunos coleccionistas. Si uno quisiera encontrar influencias en la banda, tendría que hablar desde Deep Purple hasta Jethro Tull, pasando por Van Der Graaf Generator y el folk electroacústico con la lírica de Miguel.
La banda se presentaría en distintos conciertos en la costa mediterránea, con una muy buena repercusión en la prensa francesa, quien encontraba en la agrupación sudamericana un estilo bastante exótico pero comparable al hard rock inglés.
Pero Nada no duró mucho y se disolvería, dejando escrita una de esas grandes historias míticas del rock argentino.